Tolokonnikova había protestado por las condiciones inhumanas y la explotación «como esclavas» a las que son sometidas las reclusas, trabajando durante 16 horas diarias, además de la marginación y asilamiento a los que había sido sometida ella en concreto. La artista seguirá cumpliendo condena junto a otra Pussy Riot hasta marzo de 2014
por haber realizado una performance en una iglesia rusa «motivada por el odio religioso».