Desde que Cyrus abre la boca en la inicial ‘Adore You’ hasta que se despide con ‘Someone Else’, pasando por ejemplo por ‘Love Money Party’ con Big Sean o ‘Drive’, Miley recuerda y mucho a Rihanna. No es sólo su tono o los diversos estilos musicales tratados, desde la balada al hip-hop pasando por el dubstep. Es el mismo título del disco que significó un punto de inflexión internacional para Rihanna, el mencionado ‘Good Girl Gone Bad’, en el que conseguía por primera vez un hit mundial al tiempo que trataba de quitarse la etiqueta de cantante adolescente tras haber publicado su debut a los 17 años.
Está claro que la campaña de márketing perpetrada para esta era de Miley Cyrus es esa: la de vender a una «chica buena que se ha hecho mala» poco a poco
, a medida que iba creciendo, y así, la hemos visto balanceándose en pelotas sobre una bola de demolición, lamer de todo, restregar dedos por los genitales de otros cantantes de moda, mostrar su lengua sucia en todo momento provocando repugnancia en la pobre Cher y hablar abiertamente de las razones por las que prefiere la marihuana a la coca. El único problema era la música: dos singles de presentación costrosos a más no poder. Por un lado un ‘We Can’t Stop‘ con una actuación vocal muy molesta (no veo la hora en que aparezca la voz distorsionada cada vez que suena) y la peor rima del año («So la da da di / we like to party / dancing with molly» con acento en la «y griega» en ambos casos); y por otro un baladón llamado ‘Wrecking Ball’ de final eurovisivo y producción abominable, que no suena ni rockero, ni electrónico, ni mucho menos clásico. No, no es ‘Someone Like You‘.Esa edulcorada balada que abre el disco («cuando dices que me quieres, yo a ti más») y el dúo con Britney Spears, que como casi todo lo que esta toca queda «sin calificar» porque a duras penas parece una canción, nos hacían pensar que podríamos estar ante el peor álbum del año, pero en absoluto. Aunque indudablemente las aportaciones de Pharrell -muy Neptunes- para este álbum no están pensadas para arrasar en las listas, ambas son bastante apañadas. Se trata de ‘4×4’, con la contribución de Nelly y con guiños al musical, al country, a la música tabernera y al jazz blandito con que suelen coquetear los triunfitos, pero definitivamente con un decidido ritmo; y de la desenfadada ‘#GETITRIGHT’, aunque probablemente la canción más interesante del disco sea ‘FU’ junto a French Montana. En ella encontramos a una Miley Cyrus histriónica que nos recuerda que un día fue actriz, y además ahora moderna aunque sea por las vías del dubstep.
También entre lo aprovechable habría que destacar el cierre bien arriba con ‘Someone Else’ y ‘My Darlin», la recreación de ‘Stand By Me’ de Ben E. King que resulta un buen «filler» a pesar de su ridículo estribillo «vamos a hacer una película y va a ser en 3D». Además, si este era un disco que trataba en parte su ruptura con Liam Hemsworth, ‘Drive’ era una manera mucho más interesante de acercarse a ello que ‘Wrecking Ball’. ¿Estamos, entonces, ante ese disco tipo ‘Bad’ que ella quería que impresionara a toda una generación? Desde luego, espero que no, pero está claro que aquellos que han disfrutado de los dos singles previos, que se cuentan por millones, tienen un fondo consistente en el que sumergirse hasta el verano que viene.
Calificación: 5,4/10
Lo mejor: ‘FU’, ‘4×4’, ‘Someone Else’, ‘#GETITRIGHT’
Te gustará si te gustan: Rihanna o la cantante de pop que más vende en cada momento da igual lo que haga
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