Estoy de acuerdo con la segunda opción, pero no con la primera. Creo que el director perfecto para adaptar la extraordinaria ‘Coral Glynn’ (Libros del Asteroide) sería Todd Haynes. De hecho, su aproximación al melodrama en ‘Lejos del cielo’ (2002) tiene mucho que ver con la realizada por Cameron en esta novela. Si Haynes “desnudaba” narrativamente el cine de Douglas Sirk, manteniendo sus formas pero dejando ver lo que éstas ocultaban, Cameron hace algo parecido con escritoras británicas como Elizabeth Taylor, Elizabeth Bowen o Daphne du Maurier: rescata su prosa exquisita y delicada, los ambientes melancólicos y opresivos de la Inglaterra de provincias, pero le añade capas de sensibilidad contemporánea para explorar temas tabú en esa época -la posguerra- como el aborto, la homosexualidad o los abusos sexuales. Es en esa tensión entre forma y contenido, en esa fricción entre el folletín y el género gótico, donde la novela alcanza sus momentos más brillantes.
Ambientada en Inglaterra durante los años 50, ‘Coral Glynn’ cuenta la historia de una joven enfermera que entra a trabajar en una casa de campo para cuidar a una anciana enferma. Allí conocerá al hijo de ésta, un militar herido durante la Segunda Guerra Mundial. El encuentro entre estos dos seres solitarios le sirve al autor para hablar sobre el gran tema de sus novelas: la infelicidad. Una aparente historia de amor, que esconde, entre los pliegues de los cortinajes que cubren las ventanas de la inhóspita casa, una historia de temor, de miedo a la soledad. “Le pareció muy cruel diseñar un vestido cuya propietaria no pudiese abrochárselo sola”, piensa la protagonista en un pasaje de la novela.
Soledad, tristeza, melancolía… Como en su anterior obra, ‘Algún día este dolor te será útil’ (Libros del Asteroide, 2012), el dolor visto como un carburante emocional que nos empuja a actuar, a cambiar, a buscar la felicidad y no acabar resignados, cómodos en la incomodidad (“para él la vida había ocurrido ya, ahora se limitaba a soportarla”). Por medio de unos diálogos extraordinarios, casi teatrales, y un humor muy, muy fino, Cameron nos sumerge en un laberinto sentimental en el que da gusto perderse, una singular, flemática y evocadora “trama nupcial” para leer mientras tomas el té de las cinco. 9.