Y es que, aunque la separación de su mujer, la actriz Julieta Cardinalli, podía hacer presagiar una segunda parte de ‘Honestidad brutal’, estamos solo ante la parte más «fácil» de aquel, la más inmediata y pop. La mala situación económica y los factores personales (la avanzada edad de sus padres y la corta edad de su hija) le han llevado a trasladar su residencia de Madrid a Buenos Aires y a acabar con esa bohemia a la que alude el título, y a publicar un disco rentable. Lo cual, huelga decirlo, no está para nada reñido con la calidad. Estamos ante su álbum más redondo, ameno y entrañable en muchos años, media hora larga de rock (sin etiquetas) tan disfrutable que hace pasar por alto incluso la repetición de viejos ripios y patrones clásicos y nada sorprendentes. Se trata, solo, de buenas canciones.
Tras comenzar rindiendo en ‘Belgrano’ un bonito homenaje al desaparecido Luis Alberto Spinetta, amigo, mentor e inspiración de Calamaro, el disco avanza entre singles certeros a la altura de los de antaño como ‘Cuando no estás‘, ‘Inexplicable’ o la irresistible ‘Rehenes’, en la que remite a los «tiempos del rollo marginal», la era de ‘Honestidad…’. Estos se combinan con bonitos y emotivos medios tiempos de corte clásico como ‘Tantas veces’ (con una letra en la que aplica su técnica del mash-up tomando frases del ya versionado ‘Naranjo en flor’, los mismos Rodríguez y algún bolero clásico), ‘Plástico fino’ (en lo que podría ser un guiño a Radio Futura, y que alude directamente a su crisis matrimonial) o ‘Nacimos para correr’ (posiblemente la primera vez que Andrés encara tan directamente a la muerte o, mejor, a la fortuna de seguir vivo) y curiosidades como el pseudo-tango de ‘Bohemio’, el southern-rock de ‘Doce pasos’ (alusión directa a la terapia de desintoxicación de adicciones varias) o el blues meets canción melódica de ‘Dentro de una canción’, el primer tema que logró escribir Calamaro tras la sequía y que desencadenó el resto, y que tiene una preciosa letra que apela al carácter eterno de la música, tanto para el que la escribe como para el que la escucha y la asimila como propia.
En una entrevista reciente, Andrés apuntaba a lo injusto de comparar a un artista con sus propios viejos discos, que él asegura no escuchar ni haber escuchado. «Más correcto sería compararnos con otros músicos y discos contemporáneos», dice, y tiene sentido. Pero tan inevitable es medir todo lo que haga con ‘Alta suciedad’ u ‘Honestidad brutal’, posiblemente sus discos más redondos, como injusto defenestrar la loca incontinencia de ‘El salmón’ (repleto de joyas entre sus decenas y decenas de desvaríos), los sinceros homenajes mezclados con enormes composiciones propias de ‘El cantante’ o los contados hallazgos en ‘El palacio de las flores’ y ‘La lengua popular’, que los hay. Posiblemente sus mejores cotas como compositor ya hayan pasado, pero es evidente que sigue siendo un gran y personal hacedor de canciones que, en el caso de este notable ‘Bohemio’, pueden satisfacer tanto a los seguidores de Los Rodríguez como a los que vivimos enganchados al recuerdo de aquellas ‘Aviones’, ‘La parte de adelante’, ‘Lorena’ u ‘OK, perdón, fue sin querer’.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Rehenes’, ‘Cuando no estás’, ‘Dentro de una canción’, ‘Nacimos para correr’
Te gustará si te gustan: Bob Dylan y, ahora sí, Los Rodríguez
Escúchalo: Deezer