Pero cuando la cosa se pone mejor es con el desfile de colaboradores. Una idea, la de recurrir a distintas voces para un disco de dj/remezclador, que aunque esté muy trillada no lo es tanto para Anders, si recordamos que las primeras composiciones del danés eran prácticamente instrumentales. Suministran efervescencia a medida que se van incorporando colaboradores como Jonny Pierce (The Drums) en ‘Never Stop Running‘, un primer single que respira un dub flotante que no deja frío; Sune Rose Wagner (The Raveonettes) en ‘Deceive’, que mantiene un ritmo escalonado ascendente, donde los recursos vocales y atmosféricos llevan a la sumisión hipnótica; el enfoque tan conciso de ‘The Dream’ con Low cortando la respiración; o Jana Hunter (Lower Dens) en ‘Gravity’, que acorta distancias imaginarias entre una colaboración ficticia de Matthew Dear, en lo instrumental, y Björk.
En esta mezcla de sintetizadores analógicos, discretas insinuaciones de pop surfero, coqueteos industriales y aires de rock oscuro, encontramos algún vaivén en los cortes instrumentales. A veces a Trentemøller se le ve más preocupado por crear atmósferas que canciones con gancho, algo que se nota especialmente en ‘Trails’ y ‘Morphine’. Pero también hay momentos como ‘Constantinople’, con un juguetón aire oriental; ‘Still on Fire’, surcada por un bajo tan penetrante que hará las delicias de todo fan de Peter Hook; o ‘Hazed’, un corte para cerrar de más de trece minutos -con final sorpresa-, pulverizando beats sin entrar en la pista de baile pero con un pie en ella. Una contradicción que planea sobre nuestras cabezas, y que sirve para dejar a Trentemøller en muy buen lugar.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Still on fire’, ‘Deceive’, ‘Candy Tongue’, ‘The Dream’ y ‘Hazed’
Te gustará si te gustan: Matthew Dear, las atmósferas de Tiefschwarz o cómo podían haber sonado los últimos discos de Depeche Mode y Placebo.
Escúchalo: en Deezer