Si ya en el magnífico ‘Replica‘ resultaba extraño encontrar patrones que se ajustaran a las ideas clásicas de «canción», sí al menos podíamos distinguir cortes o piezas con un desarrollo entendible. En ‘R Plus Seven’, sin embargo, Lopatin radicaliza su carácter más abstracto, eliminando prácticamente cualquier vínculo con las convenciones de la electrónica bailable, diluyendo los conceptos de melodía, base o ritmo en piezas en las que el desafío consiste en dar con un hilo conductor al que asirnos para no desengancharnos de esta radical propuesta. Sin embargo, aun dentro de su complejidad y de su tendencia a la abstracción, resulta posible empatizar con cortes como ‘Problem Areas‘ o la primera parte de ‘Zebra’, antes de ir evaporándose en una etérea coda.
Pero en buena parte del álbum es frecuente encontrarse desconcertado y conmocionado por las estructuras cambiantes y la ausencia de un patrón mínimamente reconocible, como ocurre en ‘Boring Angel’, ‘Americans’ (pese tener inicios realmente sugerentes) o ‘Inside World’. Lopatin parece apostarlo todo a lo sensorial, a la experiencia sonora, sin necesidad de empatizar con el oyente, que se siente a menudo como un mero receptor de estímulos. En lo estrictamente musical, Lopatin abandona el corta y pega de sonidos ajenos de ‘Replica’ por el uso de sonidos MIDI y sintetizadores recurrentes en la New Age, jugando con texturas y frecuencias. Sin duda lo mejor de ‘R Plus Seven’ llega cuando contrapone la artificiosidad de esos teclados con la sonoridad cálida y familiar de piano y órgano clásicos o voces, un recurso frecuente en el álbum que alcanza su sublimación en su recta final, con ‘Still Life’ y, sobre todo, ‘Chrome Country’, el prodigioso corte que cierra el álbum a modo de «grand finale», donde sí que es posible emocionarse al fin.
‘R Plus Seven’ es una obra cuyo carácter abstracto supone un verdadero desafío y en él reside su singularidad y su indudable valor como pieza artística. Sin embargo, observado desde el prisma más llano de una obra meramente musical, es un disco muy interesante y audaz, que requiere algo más que unas escuchas para juzgar toda su dimensión, solo unas semanas después de su publicación. Quiero creer que es así, porque, sinceramente, no puedo decir que haya logrado involucrarme en el disco en un plano emocional para calificarlo como la obra maestra que muchos ven ya en él.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Chrome Country’, ‘Still Life’, ‘Zebra’
Te gustará si te gustan: John Cage, Fennesz, Ryuichi Sakamoto
Escúchalo: en Deezer