Y no lo hace porque esquive todos los tópicos imaginables: hacer cantar a los yayos y yayas ‘A quién le importa’; mostrar que, como los pedos, un ancianito poniendo cuernos siempre hace gracia; o escucharles decir «déjame de rock, a mí lo que me gusta es la copla» ya entraba dentro de lo que cabía esperar del programa. Y, por supuesto, no cabía esperar que no explotaran el drama personal de algún participante para mendigar un poco de empatía con la audiencia. Resulta de alabar, eso sí, que tanto el cantante asturiano como sus colaboradores, Jopi (productor musical) y Reichel (directora artística), se cuiden casi siempre de abusar de lo sensiblero y se aproximen a ello con sorprendente tacto. Por ahí todo encaja en el marco de lo esperado y lo aburrido.
Pero lo que salva ‘Generación Rock’ y lo hace agradable es, al margen de una ajustada duración de 50 minutos (menos es más, señores de Mediaset), que verdaderamente es un programa al servicio de los abuelos, que demuestran que aún pueden dar mucho pese a estar en el ocaso de sus vidas. Resulta reconfortante ver la ilusión que estas señoras y señores muestran por subirse a un escenario y demostrar que pueden ser divertidos, espontáneos, ácidos y ocurrentes como los que más. El meritorio cásting del programa brilla gracias a un montaje ágil, muy en la línea de los programas de Cuatro (‘Un príncipe para Corina’, ‘QQCCMH?’), que muestra a los abuelos con la máxima naturalidad, que es lo que, al final, destaca y hasta logra arrancar más de una carcajada.
Desde cómicas caídas (afortunadamente, no se hizo mucho daño la señora) a frases como «puede que esté pasada… muy pasada», ‘Generación Rock’ no duda en ridiculizar a su propia estrella (empezando por el dudoso gusto y sentido del nombre de Melendi) o en mostrar a sus protagonistas tanto pidiendo un güisquito como hablando sobre el valor de la libertad. Esa naturalidad y sinceridad de los quince finalistas, cuyo objetivo es dar un concierto final en el que cantarán canciones de Rosendo, Queen, Sabina o Rolling Stones (harto previsible), es la mejor baza de un reality que logra despertar ternura y admiración sinceras por parte del espectador, convirtiendo un presumible bodrio en un programa bastante potable y simpático.
Calificación: 6/10
Destacamos: el ágil montaje y, sobre todo, los abuelos.
Te gustará si te gusta: más ‘QQCCMH’ que ‘La voz’
Predictor: el share (10%), compitiendo con ‘Tierra de Lobos’ y ‘Vive cantando’, no estuvo mal. Culminará al menos esta temporada.