«El pop femenino mainstream está en un momento tan entretenido (puestas en escena rocambolescas e hilarantes en su ridiculez, constantes peleas de gatas) como vacuo (producciones pasadísimas de moda que apuestan a lo seguro, totalmente carentes de imaginación, con bien de EDM y Autotune o directamente realizadas para malas canciones). Por eso el regreso de Lily Allen, en su vídeo con bien de billetes, twerking, plátanos y falso product placement es tan imprescindible, añadiendo además un componente reivindicativo muy pertinente. Pero el recopetín habría sido que, con la misma letra y el mismo vídeo, la canción hubiera tirado por derroteros realmente revolucionarios en lugar de recordar a un hit de Three 6 Mafia
, entre otras cosas de lo más random. Eso o ser simplemente buena como ‘Popstar’ de Pretenders, un tema de hace 15 años con la misma temática». Sebas.«Desde siempre, salvando contadas excepciones, Lily Allen me ha dado una pereza considerable. Escuchar este ‘Hard Out There’ me trae inmediatamente a la cabeza aquel retorno (inverosímil) de Jewel reconvertida en tía buena en ‘Intuition’. ¿Es esta la mejor manera de regresar a la actualidad después de tanto esperar su regreso? Para empezar, estoy seguro de que si la canción se hubiese filtrado de manera ilegal, más de uno estaría asegurando que no se trataba de la intérprete de ‘Smile’. El mensaje de la canción no puede estar más de actualidad pero al mismo tiempo estar más trillado. Lo mismo si hubiese sido un dueto con Sinéad O’Connor hasta tendría gracia». ACM.
«Ante un regreso así, no cabe adoptar la pose de crítico sesudo analizando cada fraseo, los guiños de producción retro a lo Chromeo, lo innecesario de tanto Autotune (que lo es, aunque se perdona por el tono paródico general) o lo coherente que resulta dentro de su discografía. Porque este ‘Hard Out Here’ es tal bofetón al sexismo en el pop y está propinado con tal crudeza (la que requiere el asunto) que, aunque no tuviera el gancho necesario (que lo tiene), merecería igualmente ser un hitazo que escociera las conciencias de público e industria (todos igualmente culpables)». Raúl Guillén.