La cita de Barcelona supone el disparo de salida del Primavera Sound Touring Party, la gira que, por diferentes ciudades, viene a sustituir al (de momento) desaparecido Primavera Club. A una hora inusualmente temprana (19.30h) comenzó Lee Ranaldo; tan temprana, que hasta él mismo nos agradeció que estuviéramos allí tan pronto. Acompañado de The Dust, con el gran Steve Shelley a la batería, en un escenario desnudo, tocó sólo una hora… pero qué hora. Abrieron de manera potente y efectiva con ‘Ambulancer’ y ‘Home Chds’, pero fue ya con ‘Lecce/Leaving” cuando se desató la tormenta… y cuando eché de menos no estar en pista: no me acabo de acostumbrar a estar sentada en los conciertos de rock, especialmente cuando el cuerpo pide dejarse llevar. Porque Lee nos ofreció un maremoto, en el cual el clasicismo y la compostura no reñían con el arrebato.
Los pasajes que en el disco ‘Last Night on Earth‘ pueden hacerse algo pesados, alcanzaron toda su dimensión en su traslación al directo, convirtiéndose en una marea sónica en la que cabía todo el ruido, toda la furia que se pueda imaginar a un volumen brutal. Alcanzó el éxtasis en ‘Key/Hole’, con un final de auténtico escándalo o una ‘Hammer Blows’ en que la contención se sucedía a concienzudos espasmos de cuasi-terrorismo sonoro y duelos de guitarras armados sobre una base rítmica de acero (y otra vez más: pero qué grande es Steve Shelley), fusionada con una tupidísima ‘The Rising Tide’. Cuando nos anunció que iba a tocar la última, soltó un “Thanks, Lou” y nos regaló una versión sentida, fiera y risueña del ‘Rock & Roll’ de la Velvet, recibida con puro alborozo. Jugándome padecer tinnitus, pero la mar de a gusto.
El marasmo sónico de Lee casi se llevó por delante a Refree. Así, Raül Fernández, feliz de recuperar la guitarra eléctrica, oculto junto a su banda entre el follaje de las plantas con las que cubrieron el escenario (convertido en un jardín), desgranaron la psicodelia costumbrista de ‘Nova Creu Alta‘ con mucho entusiasmo y ejecución rayana en la perfección. El problema es que tras el magisterio de Lee parecían tibios y domesticados. Aunque los campeones de la noche fueron Standstill, con el aforo ya completo. Sus discos no me acaban de convencer, pero en directo te ganan por apabullamiento. Enric Montefusco nos aclaró que iban a hacer un semi ‘Cénit’ (el espectáculo con el que presentan su último disco ‘Dentro de la luz’). Con una puesta en escena efectiva y espectacular, enmarcados en tres ventanales góticos y aprovechando todas las ventajas que ofrecía la sala (amén de un sonido perfecto), acabaron de un plumazo con el ambiente de “andar por casa” que se había instalado en el patio de butacas. Unas proyecciones basadas en los primitivos flamencos y haces de luces casi sólidos generaron una atmósfera absorbente. ‘Adelante Bonaparte’ y ‘¿Por qué me llamas a estas horas?’ fueron recibidas y coreadas con delirio, aunque el momento de máxima intensidad fue una apocalíptica ‘Nunca, nunca, nunca’, en el que la mezcla de la luz roja inundando el escenario con el ritmo marcial y el volumen creó un efecto devastador. Bandera blanca de rendición hasta que cerraron con “La mirada de los mil metros”.
Fotos: Dani Canto.