La cubano-portorriqueña-norteamericana Xenia Rubinos, secundada por el batería Marco Buccelli y el bajista Adam Minkoff, se ha convertido en uno de los nombres más valiosos para los amantes de la saga de outpop que hoy día representan tune-yards, Dirty Projectors y St Vincent. En el caso del trío de Brooklyn, su proyecto se aproxima al jazz, el soul, el rock, el R&B y hasta el punk con maneras sorprendentes, siempre teniendo muy presentes las raíces latinas de su carismática cantante.
‘Magic Trix’, su debut autoeditado en 2012 que no ha logrado la distribución que merecía hasta hace pocos meses, contiene buenas razones y algunas joyas para confiar en que Rubinos llegará al nivel de esas bandas antes mencionadas. Como aquellas, combinan la prodigiosa capacidad vocal de Xenia, un chorro que suena dulce, lírico o agresivo a voluntad, con una rítmica exuberante y contundente a partes iguales y recursos instrumentales variados y a veces insólitos. Entre la libertad jazzística de ‘Help’ hasta el pseudoblues minimalista y arrastrado de ‘Let’s Go Out’, encontramos un fantástico mestizaje en el que caben scat (‘Whirlwind
‘), cumbia (‘Ultima’), punk (‘Pan y café’), rock marciano (‘Hair Receding‘), y pop personal (‘Cherry Tree’, ‘I Like Being Alone’). El punto a favor de Xenia Rubinós está en cómo acierta a manifestar esa permanente conexión con sus raíces caribeñas, íntimamente ligadas a la música negra del último siglo, logrando ese factor de frescura y libertad que aporta lo primigenio y puro.Quizá quepa haberle pedido a ‘Magic Trix’ alguna excentricidad de menos (‘Los Mangopaunos’) y algún single con pegada de más, pero parece claro que el talento de Xenia Rubinós y sus chicos aún puede expandirse. Esta semana tendremos oportunidad de ver sus, dicen, impactantes directos en una minigira estatal: estarán el 21 de noviembre en la sala Sidecar de Barcelona; el 22 de noviembre en el festival BIME de Bilbao; el 23 de noviembre en la sala Siroco de Madrid y el 24 de noviembre en la sala La Llimera de Valencia.