Anoche en el Teatro Barts de Barcelona, gran parte del público despidió al norteamericano John Grant puesto en pie, con una notable ovación. Puede que hoy día, en que oímos y leemos «temazo», «discazo» y «conciertazo» como si no existieran otras palabras para hablar de música en el léxico español, una reacción así suene, sobre el papel, previsible o forzada. Pero, como se encargó de recordar el propio Grant poco antes de acabar, si dio las gracias es porque «a veces olvidamos que el público es gente que, después de una larga y horrible jornada de trabajo (en el mejor de los casos, me permito añadir), decide salir de casa cuando ya es de noche y hace frío para escuchar a un grupo tocar música». Y esa gente, por eso, suele saber reconocer cuándo ha presenciado un gran concierto.
John Grant se presentó, en el marco de la 45ª edición del Festival de Jazz de Barcelona, con la formación que le respalda actualmente, un quinteto compuesto en su mayoría por músicos islandeses (país en el que el de Denver reside en la actualidad) más el británico Chris Pemberton que, con su trabajo a los teclados y coros, se erige en el mejor escudero posible para el gran (en varios aspectos) autor de los notables ‘Queen Of Denmark’ y ‘Pale Green Ghost‘. La banda que le secunda, apoyada en un nítido sonido, logra que las canciones de Grant suenen con una fidelidad pasmosa a como lo hacen en sus álbumes, si bien cuando interpretan cortes de sonido más electrónico como ‘Pale Green Ghost‘, ‘Black Belt‘ o ‘You Don’t Have To’ su papel en escena es secundario, quedando todo en manos de Aron Arnarsson, el mencionado Pemberton y Grant, con esos chirriantes y característicos teclados de sonido setentero que tanto le gustan.
La primera mitad del concierto estuvo gobernada por esa premisa y centrada fundamentalmente en las canciones de su reciente segundo álbum, entre las que solo se coló ‘Marz’ como representante de ‘Queen Of Denmark‘. Todo sonaba muy medido y pulcro, casi demasiado perfecto, casi frío, con Grant mostrándose adorable con sus charlas explicativas en su muy aceptable castellano. El espectáculo subió enteros cuando el grupo enlazó unas emocionantes interpretaciones de ‘Sigourney Weaver’ y ‘Where Dreams Go To Die’, seguidas por la enorme ‘GMF‘ (una canción que apuesto que es la envidia de Rufus Wainwright) y una agridulce ‘I Hate This Town’, seguida con palmas en su parte más festiva. Para rematar el grueso del show, Grant y su combo deslumbraron con dos intensas y ruidosas interpretaciones de una ‘Glacier’ que en disco parece más discreta y una bestial ‘Queen Of Denmark’.
Y aún hubo más. Tras una divertida versión superfunky de ‘Chicken Bones’, la banda dejó solos en escena a Pemberton y Grant, que enfrentados en los teclados y las voces elevaron aún más el nivel emotivo del concierto con dos interpretaciones muy minimalistas de ‘TC And The Honeybear’ y ‘Caramel’, llevándose la mencionada ovación en pie de la platea del teatro barcelonés. Cuando cierra su show, parece imposible no haber empatizado con el doloroso striptease sentimental que Grant brinda en sus canciones y adorar profundamente a ese gigantón con su pinta de tipo temible. 8,5
Tras pasar por Bilbao, Cartagena y Barcelona, John Grant cierra hoy, 27 de noviembre, su gira española en la sala Joy Eslava de Madrid. Un show después del cual dos de nuestros lectores tendrán la oportunidad de conocerle personalmente en un Meet & Greet, por cierto.