Dos imágenes de Ron Mael de Sparks sirven para definir su paso por Madrid el pasado sábado. La primera se produjo inmediatamente después del primer tema interpretado, ‘Your Call’s Very Important To Us, Please Hold’. Hubo un problema con su gigantesco teclado y un técnico tuvo que volver a colocarlo. Con un gran sentido escénico, a pesar de que permanece en todo momento en un discreto segundo plano, Ron decidió moverse al fondo del escenario y allí permaneció muy dignamente, hierático, totalmente callado y al menos aparentemente tranquilo y despreocupado, hasta que unos interminables segundos después, el problema se había resuelto. La segunda se produjo al finalizar el concierto, cuando no pudo contener la emoción por los enormes aplausos recibidos, y finalmente sí decidió dirigir unas palabras especiales de agradecimiento al público de Madrid por su apoyo.
Russell, en cambio, fue en todo momento más «frontman». No sólo porque horas antes de este concierto hubiéramos publicado un cuestionario de Sparks realizado con preguntas de Hidrogenesse, la influencia de los hermanos Mael en este otro dúo fue palpable durante la hora y media que duró el concierto. Ron es la estrella en la sombra, haciendo que cada sonido que sale de su teclado hable por él moviéndose entre lo sublime y lo grotesco (como consigue Genís Segarra), y Russell no tiene miedo a brincar, a bailar, a comunicarse con su público de diferentes formas pero por supuesto sin excesos (como hace Carlos Ballesteros). «He says thank you», indicó en un momento refiriéndose a Ron.
El formato dúo no era el que hubiéramos soñado para un show de Sparks, un grupo que rara vez hemos visto por nuestro país, ni siquiera en festivales (seguimos echando de menos el Summercase, no me quitaba de la cabeza aquella interpretación con cuatro guitarras acústicas de la sensacional ‘Baby, Can I Invade Your Country’), pero es un poco lo que hay. Con la Sala Copérnico bastante más llena de lo que esperaban nuestros lectores más pesimistas, fue estupendo poder disfrutar en vivo de temas como ‘How Do I Get to Carnegie Hall?’, ‘This Town Ain’t Big Enough For Both Of Us’, ‘Big Boy’, rarezas como ‘What would Katherine Hepburn say’, la final ‘When Do I Get to Sing ‘My Way» o, ya en el bis para acabar, ‘The Number One Song in Heaven’ y ‘Revenge Of Two Hands One Mouth’. Particularmente acertados, tras una predominancia de un piano que en realidad no era tal, parecieron momentos más electro como ‘Popularity’, aunque si me tuviera que quedar con un momento concreto ese sería el paso inmediato de ‘Those Mysteries’ a ‘Good Morning’, con Russell completamente entregado recorriendo el escenario. Él mismo se hizo fotos dándose un mini baño de masas: buena señal. 8.