Título: 3
Artista: Indochine
Sello: Ariola (1985)
Una vez más presentamos aquí un presunto “tesoro escondido” que en realidad vendió muchísimo, casi un millón de copias en Francia. Y lo hacemos con el argumento de que en España el disco pasó casi desapercibido y de que Indochine continúa siendo un grupo más bien desconocido para muchos: ‘3’ es, pues, todo un clásico que nunca lo fue (aquí). Es curioso cómo el gusto por el pop francés, que tan arraigado estuvo en nuestro país en las décadas de los 60 y 70, cambió en los 80 hasta casi desaparecer, con el afianzamiento de las radiofórmulas. Las compañías peleaban como nunca por clasificar a sus artistas en el máximo número de países posibles en competencia directa con los artistas anglosajones y los locales, una lucha a veces nada fácil que por alguna razón no benefició a los artistas transpirenaicos. Hasta dos singles extraídos de este disco de Indochine llegaron a tener edición española, pero con poca promoción y escaso impacto. De forma que uno de los grandes clásicos del pop adolescente y comercial de mediados de los 80 pasó más o menos de largo.
En 1985 Indochine era ya un fenómeno de masas después de dos discos de creciente éxito (‘L’aventurier’, 1982, y ‘Le péril jaune’, 1983), así que el lanzamiento de este ‘3’ (conocido posteriormente también con el título ‘3e Sexe’) llevó a este cuarteto de veinteañeros a nuevas cotas de éxito en Francia, impulsado por tres singles que eran la perfección pop “mid-eighties”.
Uno de ellos, ‘3e sexe’, inicia este disco en el que el número tres se repite como un recurrente fetiche: tras una introducción ambiental tan propia de mediados de la década, el tema comienza enseguida con contundencia y en pocos segundos se identifican los ingredientes que hicieron de Indochine un grupo tan tremendamente exitoso entre los adolescentes: melodías simples pero con gancho cantadas con ese tono entusiasmado que está pidiendo ser coreado en los conciertos, guitarras con reminiscencias de los Shadows, y sintetizadores con sonidos exóticos, a veces casi chinescos (un rasgo ultraochentero también, y extrañamente tan poco recuperado en esta era de “retromanía” – tomen nota los cazadores de sonidos). Todo un fastuoso comienzo de disco lleno de diferentes partes y secciones, bajos “fretless”, sección de viento y esa letra que es ya himno en Francia, o al menos lo fue hace 25 años: “Y se cogen de la mano / una chica en masculino, un chico en femenino”.
Para muchos, un himno al “tercer sexo” y a la tolerancia sexual en general, en unos versos que siempre me recordaron un poco a aquel “Les garçons embrassent les filles, les filles en pantalons / quant à nous les filles, nous aimons les garçons avec leurs cheveux longs” de France Gall / Gainsbourg. Además, hablando de intertextualidades, ésta es la canción que inspiró a Mylène Farmer su esplendoroso canto a la ambigüedad sexual, ‘Sans contrefaçon‘ (título sacado directamente de un verso de ‘3e sexe’). La versión single estaba remezclada de forma bastante acusada, y venía acompañada de un videoclip promocional en la línea estética de la portada, con esas amapolas exóticas bajo un cielo de amanecer casi nuclear: una línea orientalista esencial en Indochine (desde su propio nombre), y en consonancia con las portadas de sus discos anteriores, de estética muy japonesa. Miss Kittin, por cierto, recuperaría la canción en 2004 con gran acierto, en un exquisito medio tiempo de baile.
Casi sin respiro llega ‘Canary Bay’, que fue el single de adelanto, aparecido en abril del 85, un mes antes de la salida de ‘3’. Es otro pelotazo que pronto pasaría a ser favorita de sus fans, el relato de una sáfica isla imaginada de manera más bien simplona: “una bahía muy lejana, secreta, donde nadie puede ir, y las chicas habitan por millares (…) chicas que se amaban y abrazaban, armadas. Vivían entre las rocas y los bosques, cada día dedicado a juegos pícaros, y nada que las pudiese molestar”. Ganchos sensuales aparte, la canción tiene otra gran melodía, con el evidente toque rock de Dominique Nicolas, el estupendo guitarrista y compositor principal del grupo. La canción evoluciona de manera brillante, con ese final de arpegiadores furiosos, emocionantes, en una verdadera sinfonía de sintes entretejidos con el saxofón de Dimitri Bodianski que en la versión single queda castrada por un inmisericorde «edit» que la dejó en tres minutos. Casi se podría decir que la del LP es como la versión maxi 45 del single. En cualquier caso no me resisto a poner un vídeo de la versión corta, como excelente muestra de la estética “mediados de los 80”: imagen vagamente oriental, con esponjosos mullets y hasta campanas tubulares martilleadas con furia (no es descabellado pensar que los hermanos Sarkis hubiesen visto meses antes a Mecano atizando al yunque en su célebre ‘Japón’
):‘3’ continúa con ‘Monte Cristo’, una de las melodías más descaradamente comerciales de todo el disco, y otro ejemplo perfecto del estilo vocal de Nicola Sarkis, siempre entre la emoción trágica y el grito eufórico adolescente. La cara A culmina con ‘Salombo’, que incide en orientalismos, en este caso no chinescos sino del indostán, orquesta incluida en la introducción. Melodías con mucho gancho en una historia exótica sobre una chica que “tocó la flor prohibida en Salombo, Pakistán”, y la canción más reposada de este hiperexcitado disco.
La cara B se inicia con ‘Hors la loi’ (‘Fuera de la ley’), una frenética pieza que retrata a unos personajes (Virginie, Isabelle y Louis) que se aman “a tres”: “dicen que están fuera de la ley, pero yo no lo creo / quieren quererse los tres y nadie se lo impedirá”. En los compases intermedios y finales, ocasionales apariciones de la guitarra y el saxofón, que quizá es el gran relegado de este tercer disco de Indochine. De hecho su saxofonista, Dimitri Bodiansky, miembro de pleno derecho del grupo desde el principio, acabaría por cansarse y en 1988 dejó el grupo.
‘À l’assaut’ no plantea sorpresas, y es quizá la pieza más modesta del disco, sin desmerecer su melodía principal. Pero es que es fácil olvidarla cuando a continuación llega ‘3 nuits par semaine’ (más treses), en mi opinión la gran canción de la carrera de Indochine. Nota autobiográfica: todas las mañanas durante la semana que duró mi intercambio escolar en Francia en 1986, Karine, mi treceañera «corréspondante», la pinchaba, llenando toda su casa de un estallido de pop que aún resuena casi tres décadas después. Era la cara B del single ‘3e Sexe’, una auténtico «double A-side», con ambas canciones remezcladas en los estudios Du Palais Des Congrés de París. La inyección de energía de esas revisiones convierten a los singles de este LP en verdaderas «companion pieces» del disco, que complementan y completan su disfrute, en especial esta gloriosa ‘3 noches por semana’ y ese comienzo a capella y directo a la yugular, ausente en la versión del largo.
Una canción que es como la sublimación del tándem Nicola Sarkis – Dominique Nicolas: el uno más inspirado que nunca en voz y letras, y el otro sacándose de la manga algunas de sus mejores melodías y fraseos de guitarra, como un Hank Marvin de la nueva ola, con ese inconfundible sonido con efecto «tape echo» muy 60s pero también “chorus” muy 80s. Una vez más, los estribillos de Sarkis no ganarían ningún premio literario, pero su inmediatez e interpretación vocal los revestían de una verdad añorada que los adolescentes entendían como nadie: “tres noches por semana es su piel contra mi piel, y estoy con ella / tres noches por semana, dios qué guapa es”. Muchos alumnos de “Francesas” acabaríamos volviendo de aquel intercambio con el disco grabado en preciadas cintas.
‘Le train sauvage’ nos acerca un poco más hacia el final, en una cara B casi sin respiros donde se esperaría quizá encontrar algún medio tiempo o balada. Pero el pop con hormonas es así, y resulta casi la más frenética, con su ritmo nuevaolero, los saxos, y esos sonidos de Farfisa artificial. Momento en el que el disco concluye, en brillante rúbrica, con ‘Tes Yeux Noirs’, su otra gran joya: en el LP, el comienzo es pausado, creando ambientes, como cerrando el círculo con el comienzo de la cara A, pero es por poco tiempo. Aún menos en la versión single, que ganó en ‘punch’ descaradamente y la hizo un verdadero clásico de la radio FM, estatus que ha mantenido intacto: es uno de los temas de “Indo” que más siguen sonando en las emisoras francesas de nostalgia. Y desde luego algo tiene su melodía de redondo y de tremendamente melancólico, una oda a unos ojos negros que podían ser, otra vez, los de cualquier adolescente en aquellos años de looks ambiguos: “lo que brilla en nuestras miradas son tus ojos negros / un cuerpo musculoso, pelo corto, pareces un chico / y siento tu piel incluso sin luz, las serpientes son legendarias”. El vídeo tiene su miga: lo dirigió (con poco brillo) Serge Gainsbourg y la chica que baila en él es una jovencísima Helena Noguerra, a la sazón hermana de Lio y después artista por derecho propio.
Es el cierre perfecto de un disco de pop comercial sin excusas, que en su sinceridad juvenil capturó la imaginación de toda una generación, pero que en nuestro país pasó de largo y que hoy traemos aquí para su reivindicación, 28 años después.