Pero las recetas no valen de nada sin un maestro que las ejecute. O dos, como es el caso de Joel y Ethan Coen, que han utilizado todos los clichés de la masturbación hipster contemporánea para, además, firmar una de las películas más redondas, tanto en fondo como en forma, de su filmografía. Un divertido homenaje a toda esa gente extraordinariamente corriente que pasa por el mundo persiguiendo un sueño mientras esperan a que alguien, ya sea una persona o una pintada en la pared de un retrete, les pregunte qué coño están haciendo con su vida y les haga salir del bucle. Como si pudieran.
De hecho, es la mirada perdida de Oscar Isaac, el Llewyn que da nombre a la película, la que mejor recoge ese sentimiento de desorientación perpetua que sientes mientras le acompañas en su odisea de sofá en sofá negándose a tirar la toalla. Su personaje es de esos que no sabes si te dan pena, asco o envidia, ya que dependiendo de con quién se encuentre en el camino –y son muchos y muy grandes todos los secundarios con los que se cruza (Carey Mulligan, Justin Timberlake, John Goodman…)–, todo cambia de perspectiva.
Porque si algo aprendemos con esta suerte de ‘Searching For Sugar Man’ de los de Minessota es que nada es lo que parece y que el final es solo el principio de lo que ya se ha acabado. Que todos necesitamos use puñetazo anónimo que nos haga reaccionar. Ve al cine y lo acabarás entendiendo. Lo menos que te puede pasar es que salgas con ganas de comprar ya su excelente y magistral banda sonora. ¿Te he dicho ya que sale un gato naranja? 9,5