Sophie Ellis-Bextor / Wanderlust

Por varias razones, algo parecido a este disco de baladas era lo mejor que podía hacer Sophie Ellis-Bextor. En primer lugar, el mercado está más saturado que nunca de cantantes de pop jugando a evitar ser la última en meter toques dubstep, la penúltima en meter toques trap o la primera en cantar con Avicii o la siguiente en cantar con Harris o Guetta. Eso está muy bien, pero no da muchísimo más de sí. En segundo, en verdad la balada ha vendido tanto o más pescado que el dance y el dubstep en los últimos años. Están los casos de Adele, de ‘Diamonds’ y ‘Stay’ de Rihanna o el modo en que ‘Wrecking Ball’ de Miley Cyrus ha barrido a la propia ‘We Can’t Stop’, y también podríamos apuntar cierto retorno a las raíces, a lo básico, marcado por los 5 millones de copias vendidos por Mumford & Sons de ‘Babel‘. Como si la crisis nos hiciera recurrir a nuestro pasado para buscarnos a nosotros mismos, también triunfaban los discos revival de Justin Timberlake, Bruno Mars y Daft Punk, cada uno en su estilo. En tercer lugar, las canciones de Sophie Ellis-Bextor no suenan dolientes ni desesperadas por emular un éxito a lo Adele. Más bien suenan honestas y espontáneas, quizá ayudadas por haber sido grabadas en tan sólo dos semanas. Y por último, la fórmula electro de la artista no parecía tener tampoco mucho más que ofrecer si recordamos los discretos resultados de ‘Make a Scene‘. Hay que remontarse a 2003 para encontrar su último top 10 en las islas británicas, la espléndida ‘Catch You’. Hace 11 años.

Sophie se encontraba barajando trabajar con varios artistas cuando planeaba este disco embarazada de su hijo Ray, pero de repente dio con el corte ‘Love is a Camera’, inspirado en poemas de Emily Dickinson, sobre una mujer capaz de capturar tu alma con una cámara de fotos, y decidió por primera vez escribir y producir junto a una única persona, el cantautor Ed Harcourt. La idea era recrear los sonidos de la Europa del Este en especial durante los años 70 (lo que explica la portada) y en ese sentido la canción que abre el álbum, ‘Birth of an Empire’, cuyo nombre original era

‘Mother Russia’, es también seminal. El corte encierra varios sentidos: el político, el familiar en cuanto a la propia maternidad de la cantante y el de su propia relación con el país, uno de los que mejor la han tratado. Hay algo kitsch en el concepto, y en sintonía, algo eurovisivo en su sonido, pero la pista funciona, de nuevo, por la naturalidad con la que fluye ese estribillo que habla de «algo cercano al amor, pero más misterioso».

A números preciosistas como el viejo single ‘Young Blood’, cuerdas que aportan aromas a banda sonora tipo ‘Until the Stars Collide’ o canciones con un claro componente retro como el interludio o ‘Runaway Dreamer’, se suma otro aliciente. ‘Wanderlust’ no es exactamente un disco de baladas, sino que estratégicamente incluye un par de cortes bastante pop para aligerar. Se trata de ‘The Deer & The Wolf’, basado de manera coherente en una guitarra eléctrica muy britpop y un piano, muy en sintonía con el trabajo de gente como Bernard Butler (de Duffy a Suede); y la medio rockera (tal y como entiende el género Emiliana Torrini) ’13 Little Dolls’. Hay guiños jazzies, coros búlgaros (‘Cry To The Beat Of The Band’) y temas compuestos a partir apenas de un arpegio de guitarra eléctrica (casi a lo Richard Hawley, como sucede en ‘When The Storn Has Blown Over’)… Puede que no haya nada tan apoteósico para que veamos a Sophie reclamada por el Mercury Prize, pero sí para reconocer a una artista cómoda en un registro diferente, más adulto y nunca aburrido, con más que contar de lo que habríamos apostado hace unos años.

Calificación: 7,2/10
Lo mejor: ‘Young Blood’, ‘Birth of an Empire’, ‘Runaway Dreamer’, ‘When the Storm Has Blown Over’
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Escúchalo: Deezer

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Publicado por
Sebas E. Alonso