Al visitar vuestro Bandcamp me doy cuenta de un hecho curioso: vuestro primer álbum salió en mayo de 2003 y ‘The Way The Trees Are’, vuestro cuarto y último trabajo hasta la fecha, vio la luz justo diez años después, el pasado mes de mayo. ¿Qué sensación te queda al mirar atrás en el tiempo y observar que ha pasado una década desde que debutasteis?
¡Sí! Es cierto. Lo gracioso es que coinciden también en el día. Ambos salieron el mismo día de mayo con diez años de diferencia. Tienen el mismo cumpleaños. La sensación es agridulce, pero centrándome en lo dulce, porque en esta entrevista no me voy a quejar, estamos muy satisfechos en lo musical con lo que hemos hecho y con cómo ha progresado el grupo, con los momentos pasados, los viajes y los conciertos. Tenemos cuatro discos y cada uno tiene un aura diferente. Tenemos discos abiertamente psicodélicos cuando prácticamente nadie hacía psicodelia en España, discos mucho más crudos grabados en semi-directo como ‘Celebrate It All’, discos muy pop y en general una variedad estilística que intenta reflejar gran parte de las cosas que nos gustan. También, siendo un grupo con muy pocos recursos económicos, hemos aprendido a grabarnos a nosotros mismos y eso nos ha abierto puertas después a la hora de producir a otra gente o de colaborar con ellos, y esa es una parte de lo musical muy enriquecedora.
Esa misma mirada retrospectiva probablemente también te haya hecho reflexionar sobre los diferentes momentos vividos disco tras disco hasta ahora. Si tuvieras que destacar un recuerdo por cada disco y gira, ¿qué te viene a la mente?
La verdad es que no he hecho esa lista mental nunca, pero supongo que cogería la gira que hicimos en 2004 con ‘A Spring Of Summers’ porque fue la primera y lo pasamos muy bien, aunque llegamos tarde a todos los conciertos. En ocasiones llegábamos más tarde que el propio público. No llevábamos mapa ni por supuesto GPS. No dormimos prácticamente nada. Estábamos, como quien dice, de vacaciones. Son cosas que enseguida nos dimos cuenta eran inadmisibles, aunque supongo que tuvimos que pasar por ello para ser plenamente conscientes. Después cogería la grabación de ‘Call An Ambulance’ en el Puerto, porque fue la primera vez que estuvimos en un estudio de verdad, bastantes días seguidos, juntos y exclusivamente dedicados a grabar, a hablar sobre música, sumergidos en lo que más nos gusta. Del tercer disco, ‘Celebrate It All’, creo que cogería la gira por Galicia (en España, 4 conciertos seguidos ya son una gira). Me gusta estar en la furgoneta con el grupo. Estamos constantemente haciendo bromas, imitaciones, cualquier chorrada para pasar el tiempo, y son momentos de hermanamiento que siempre guardas. Con ‘Celebrate’ tocamos en Francia también, y es otro de los viajes-conciertos que más recuerdo. De ‘The Way the Trees Are’ no me quedaría con la grabación porque fue un proceso muy lento y sufrido, pero sí me quedaría con la mezcla, que hicimos con Dave Eringa (nde: Eringa también ha trabajado con Manic Street Preachers o Idlewild), porque esa visita a su casa-estudio en Harlow supuso para mí saber lo que quería hacer a partir de entonces, que es grabar y producir a otra gente.
¿Qué paso consideras que habéis dado con cada nuevo disco? ¿Qué aporta cada uno a vuestro mapa sonoro?
‘A Spring of Summers’ era muy psicodélico. Psicodelia modernizada pero hasta cierto punto «de libro». Además, Hugo (NdE: Lasala, guitarra) hizo un gran trabajo ahí, del cual estoy orgulloso. Después hicimos un par de versiones para sendos recopilatorios, y la segunda, que era de Mecano, fue un poco controvertida por una parte, pero nos enseñó a usar (sin que esto tuviera que ver con Mecano) otro tipo de sonidos, teclados, sintes y efectos que no habíamos usado en ‘Summers’, y que posteriormente ampliamos mucho en ‘Call An Ambulance’, que es un disco de pop 100% y que ya incorporaba a Borja (nde: Lasala, teclados), que también hizo un gran curro de pre-producción. Realmente es el disco más fácil y más accesible que tenemos, pero también el primero en el que los arreglos están matemáticamente calculados. No fue un disco fácil porque coincidió con la salida del grupo de Grabaciones en el Mar, esperábamos otra repercusión y casi acaba con el grupo. Después de ‘Call An Ambulance’ decidimos, todavía más, hacer lo que nos diera la gana, y salió el disco más rock que tenemos que es ‘Celebrate It All’. Es un disco más parco, más crudo y con unas letras más, digamos, oscuras. Fue un disco exigente para Francho (nde: Pérez, batería), que hizo un trabajo tremendo, la verdad. Con ‘Celebrate It All’ tocamos bastante en directo entre unas cosas y otras, y creo que fue el disco en el que la banda llegó al punto en el que estamos ahora, en el sentido de tocar bien de verdad. Después, en ‘The Way the Trees Are’, intentamos llevar el «hagamos lo que nos dé la gana» al límite de lo cabal y también intentamos recuperar la idea de que cada cual podía grabar el arreglo que le apeteciese, que es algo que hicimos en ‘Summers’ porque teníamos horarios diferentes y no podíamos coincidir en el estudio-local muy a menudo. Con esto no digo que fuese un sin dios la grabación ni mucho menos, porque las canciones estaban ya grabadas en demo, en pre-producción, ensayadas y de todo, pero sí hubo más manga ancha para probar cosas, ya que decidimos grabarlo íntegramente nosotros, y eso te da tiempo infinito (y dolores de cabeza constantes).
Comparándolo con su antecesor, ‘The Way The Trees Are’ es en general un álbum con un abanico estilístico más amplio, que abarca desde el rock enérgico de ‘Hello Winter’ hasta la balada folk de ‘Green Lips Parted’ pasando por la electrónica de ‘My Fondly Fahrenheit’. Además hay un uso más patente de sintetizadores y samples. ¿Qué os ha inspirado para volveros un poco más aventureros que en otras ocasiones?
No lo sé muy bien, pero siempre hemos hecho discos un poco «para nosotros mismos», y en esta ocasión queríamos rizar ese rizo. Cuando llevas casi diez años en esto y ves que realmente da igual lo que hagas, que si quieres controlar tu música no puedes controlar lo que pasa fuera de la banda a nivel de conciertos, repercusión y otras cosas, te das cuenta – todavía más – de que lo que importa es que escuches tu disco y te guste a ti y al grupo. Lo demás da igual y al final el tiempo pone a cada uno en su lugar. Con ‘Celebrate It All’ queríamos hacer un disco con un cierto estilo y una cierta atmósfera y si te digo la verdad estuve una temporada empapándome de cosas que podían recordarme a ese estilo/atmósfera. Cuando se terminó el disco volví a escuchar cientos de discos que tenía olvidados y para mí fue una liberación. Desde los Zombies y Sandy Denny a Bobby Charles, Ride o Brian Eno, y pensé que si me gustaba todo eso por qué no hacer un disco que tuviese todo eso y más, y pasarlo por el tamiz de Big City.
Y en el caso particular de ‘My Fondly Fahrenheit’, ¿qué os llevó a lanzaros a la piscina? ¿veremos más temas así en un futuro?
En realidad, por un lado, ya hay canciones con cajas de ritmo en la discografía del grupo, por ejemplo ‘Oh This Place’s So Quiet’, que es una de mis canciones favoritas de Big City, y por otro, ‘Fahrenheit’ es una canción muy muy Big City, tanto en la melodía como en los arreglos. Sin embargo, por alguna razón ha despertado mucho interés. Mucha gente la compara con The Postal Service, tanto que el otro día me compré el ‘Give Up‘ para ver si realmente se parece tanto, porque no lo tenía y me da curiosidad. En mi cabeza había un ritmo de Stephen Morris y una serie de arreglos muy dream pop, pero no The Postal Service, pero luego cada crítico te pone las supuestas influencias que él ve, claro, no las que tú necesariamente usaste.
No teméis los temas de duración dilatada: en vuestro debut están los ocho minutos y medio de ‘She’s A Gem’, en ‘Celebrate It All’ está ‘The Split End’ de más de siete, pero en vuestro último trabajo traspasáis todas vuestras barreras con los casi veinte minutos de ‘Falls On Big City’. ¿Cómo os salió un tema tan largo? ¿Os atreveréis a tocarla en directo?
‘Falls On Big City’ es una canción autobiográfica del grupo, y siempre guardé ese hueco en el disco para una canción que lo cerrara y que a su vez cerrara el círculo que se abre con el sample de ‘El Cazador’, que es lo primero que escuchas cuando pones el disco. Así que ‘Falls’ cierra el disco, el concepto del disco y de alguna forma cierra lo que es Big City hasta la fecha. La gente habla de Neil Young pero la idea es una mezcla de la épica perezosa de Pavement, que la tuvieron en varias canciones, y de The New Year, que es otro grupo que sabe hacer canciones a lo grande sin parecer unos gilipollas. Quisimos sacar el disco en vinilo, y que esta canción ocupara la cara D del vinilo, porque el disco tenía que ser doble, pero después no hubo forma de financiar el vinilo sin hacer un crowdfunding, que es un concepto que en principio no me gusta, así que finalmente se editó en CD con un diseño especial para compensar.
El próximo paso del crowdfunding es que tus fans te paguen la siguiente guitarra que te quieres comprar o los litros de gasolina que necesitas para ir a ensayar
¿Qué es lo que no te gusta del crowdfunding? Para muchas bandas parece la única vía para lograr que se editen sus trabajos…¿no crees que hubiera sido buena idea proponer micromecenazgo para que saliera una edición en vinilo de ‘The Way The Trees Are’?
Es difícil explicarse bien en esta respuesta. Lo que no me gusta del crowdfunding es que se haga un mal uso o un sobreuso del mismo. Me parece bien como propuesta a la hora de financiar una edición única o muy especial, algo, digamos irrepetible y de tirada muy limitada. Lo veo como ir a un restaurante caro con tus amigos en una ocasión muy particular. Todo el mundo lo sabe, no es algo diario, y se paga a escote. Genial. Pero me parece un insulto, casi, que hagas pagar a tus fans para financiar un vídeo, que es algo que debería pagar el sello, e incluso me parece muy dudoso que un vinilo -que no deja de ser un formato normal a estas alturas- te lo tengan que financiar tus amigos. A fin de cuentas tenemos grupos, igual que otra gente vende calcetines o fabrica frigoríficos, y los grupos hacen música, y han de editarla y después esperar que, si es de calidad y también si la suerte acompaña, haya gente que la compre. El próximo paso del crowdfunding es que tus fans te paguen la siguiente guitarra que te quieres comprar o los litros de gasolina que necesitas para ir a ensayar. Si somos músicos somos músicos, no músicos a medias. Creo que hay límites que es mejor no sobrepasar si queremos profesionalizar (en el mejor sentido) la música, o ya no profesionalizarla, pero al menos si queremos no condenarla a la limosna o a lo anecdótico.
Tus letras en general tienden a ser bastante abstractas. Al escucharlas se puede uno imaginar, como en ‘Ex-Snowman’, una historia de amor, pero rara vez describen cosas concretas, evocando más que aludiendo, con muchas alusiones a la naturaleza. ¿Qué hay tras tanta abstracción? ¿Podríamos encontrar tus secretos más íntimos si llegásemos a decodificarlas?
En los tres primeros discos las letras son muy impresionistas, mientras que en el último tienden a formar historias o fábulas, con un principio y un final. Es algo que también quería probar a cambiar. Me sorprende que te hayas leído las letras porque nadie lo hace, así que ¡muchas gracias! Historias o pinceladas de historias, al final sí uso muchas metáforas y tiendo a inventar cosas o personifico al protagonista de la historia para contarla desde su punto de vista, pero efectivamente están todas basadas en cosas reales y podrías encontrar mis secretos y los de otros si llegases a decodificarlas.
Tener un grupo dista mucho de la imagen de copas gratis y fiesta continua que quiere percibir a veces el público. Es un trabajo en sí mismo. Y es un trabajo muy cansado y poco agradecido.
Llevas ya varios años residiendo en la capital, mientras que el resto de la banda permanece en Zaragoza, vuestro lugar de origen. ¿Cómo cambia la dinámica de ensayos y actividad en general al vivir en otro lugar?
Es un infierno. Además, ahora Hugo vive en Oviedo, así que es todo todavía más complicado. Si a eso sumas el hecho de que algunos en el grupo son padres y que todos tenemos trabajos «normales» es verdaderamente difícil hacer que la cosa funcione. Hasta ahora hemos trabajado de una forma muy definida en la que yo hacía las canciones en casa, las grababa y las enviaba al grupo. Después las ensayábamos en el local los fines de semana, yendo yo a Zaragoza. Puede que haya cogido 300 autobuses de Alsa en los últimos 6 años, sin exagerar. A la hora de tocar o grabar, el problema es similar: cada uno tiene que llegar como pueda a un mismo lugar a una determinada hora. Hay que mezclar trenes, furgonetas o coches. Es ciertamente un esfuerzo que la mayor parte de la gente no ve, pero que está ahí. Tener un grupo dista mucho de la imagen de copas gratis y fiesta continua que quiere percibir a veces el público. Es un trabajo en sí mismo. Y es un trabajo muy cansado y poco agradecido.
Madrid es una ciudad carísima, agobiante, contaminada y con una serie de problemas que no tienen otras ciudades, empezando por los políticos nefastos que la gobiernan.
En ese mismo sentido, ¿qué destacas de vivir en Madrid frente a Zaragoza en cuanto a oportunidades musicales? ¿Crees que merece la pena mudarse a una ciudad más grande si tienes aspiraciones con tu grupo? ¿Entiendes, por el contrario, la decisión de permanecer en casa, como hacen Tachenko?
Bueno, la verdad es que no conozco los motivos de Tachenko. En nuestro caso no fue una decisión basada en el grupo sino en que yo tuve que venir a Madrid para trabajar. Una vez aquí sí me he dado cuenta de que si hubiésemos estado en Madrid todos desde el minuto 0 las cosas seguramente hubieran sido distintas en algunos aspectos. Al final, cada grupo se hace conocido en su ciudad. Nosotros lo somos en Zaragoza y siempre que queremos tocamos y estamos, digamos, en el meollo zaragozano. La diferencia es que en Madrid es donde realmente se cuece todo a nivel de promo, medios, contactos y un largo etcétera. Entonces si el grupo es de Madrid lo tiene más fácil para llegar a otros sitios y medios nacionales. Otra cosa es que merezca la pena la mudanza. Madrid es una ciudad carísima, agobiante, contaminada y con una serie de problemas que no tienen otras ciudades, empezando por los políticos nefastos que la gobiernan. La decisión es de cada uno. Nosotros ahora mismo no tenemos otra elección así que hay que aprovechar las oportunidades que brinda la capital e intentar pensar en lo bueno de que uno del grupo esté aquí.
Es más frecuente verte en directo con tu acústica que junto al resto de la banda al completo en un concierto eléctrico. Este sábado podremos gozar de todo vuestro potencial cuando sois cinco sobre las tablas, pero, ¿cómo te sientes al defender al desnudo temas con tanta instrumentación?
La verdad es que me gusta mucho, y al hilo de la pregunta anterior, es una de las cosas que el estar en Madrid me ha permitido hacer con asiduidad. Me gusta tanto que no descarto hacer algo en este formato, a fin de cuentas me encantan Tim Buckley y Nick Drake y artistas así, y es obvio que con Big City, con 5 músicos, no puedes hacer un disco que sea sólo un señor con una acústica, porque la gente de la banda se aburriría. Hacer las canciones así me transporta al lugar del que vienen, que siempre ha sido una acústica o un piano y una voz, y puedo aprovechar para cambiar cosas, introducir loops y en general –esto no tiene nada que ver– estar más cerca del público, que es algo que con un concierto eléctrico es más difícil que suceda, porque el propio volumen crea una cierta barrera entre unos y otros.
En más de diez años como banda habéis tenido que vivir anécdotas graciosas o al menos peculiares. Por concretar un poco más, ¿cuál es el concierto más raro que habéis tocado?
Creo que la cosa más rara y desternillante que hemos vivido es el Màgic Festival, posiblemente en 2004. Un festival psicotrópico celebrado en Torredembarra. El público era una mezcla de melómanos, ex hippies, niños pequeños correteando, guiris sesenteros, locos y locas, insectos y perros deambulando, y había una pantalla tras el escenario en la que proyectaban imágenes y dos chicas bailaban haciendo sombras chinescas como si aquello fuese el Whisky-a-Go-Go o el UFO Club. Hubo bastantes anécdotas ese día, algunas de las cuales están en ‘Falls On Big City’ precisamente. Una de las que no está consistió en que un Big City y otro conocido echaron a las chicas tras la pantalla y se pusieron a bailar ellos durante medio concierto de Pleasure Beach ante la atónita mirada de grupo, público y Pedro Vizcaíno (NdE: cabeza visible de Grabaciones en el Mar). Hubo más cosas esa noche pero es mejor que queden dentro del grupo.
Tras las diversas presentaciones de ‘The Way The Trees Are’, ¿qué queda después? ¿Veremos pronto nuevas canciones de Big City u os tomaréis un descanso?
Pronto, no. La verdad es que tenemos que ver qué queremos hacer a partir de ahora. Ahora mismo está en el aire.