‘Alabama Monroe’: amor, dolor y bluegrass

¿Es ‘Alabama Monroe’ la nueva ‘Declaración de guerra’? Ni por asomo. La comparación puede ser beneficiosa desde un punto de vista comercial (así se “vendió” en los festivales de Sevilla y Gijón) pero perjudicial a la hora de valorarla. Ver la película del belga Felix Van Groeningen teniendo como referencia (o vara de medir) la obra maestra de Valérie Donzelli es muy injusto. Es cierto que comparten premisa argumental, sensibilidad musical y cierto gusto por la narración fragmentada, pero ya está, ahí se terminan las similitudes.

En ese sentido, la película corre el riesgo de ser leída como una versión convencional, discursiva y, sobre todo, sensiblera de ‘Declaración de guerra’. A pesar de que el relato de las devastadoras heridas emocionales que la enfermedad de un hijo provocan en una pareja no alcance los niveles de lirismo, intensidad emocional y esplendor narrativo de la película francesa, ‘Alabama Monroe’ (también conocida como ‘The Broken Circle Breakdown’) esconde muchas más virtudes de las que, en una lectura apresurada, puede aparentar.

Más allá de la batalla sentimental que libra la pareja protagonista, hay otra más interesante y sugestiva: la ideológica. Materialismo contra idealismo. Un ateo convencido, casi fundamentalista, capaz de sentirse mal por no enfrentar cara a cara a su hija con la muerte, por utilizar la imaginación, un “cuento” de carácter sobrenatural, como forma de tranquilizarla. Y una creyente no dogmática, libre, soñadora, que utiliza la fe como consuelo, nunca como arma. Un ateo que, sin embargo, es feliz viviendo de ilusiones (vive en Gante, pero se viste y se comporta como un vaquero grizzly de Kentucky). Y una creyente que, sin embargo, es infeliz porque no cree en la vida.

Y luego está la música, claro. Fabulosa. ‘Alabama Monroe’, basada en un musical, es un melodrama a ritmo de bluegrass. La historia de amor entre la pareja empieza en un concierto, y va creciendo al ritmo de las canciones. Éstas no solo están perfectamente integradas en la narración, sino que son una parte fundamental de ella. Unas veces funcionan como contrapunto dramático; otras, como refuerzo, como proteína emocional de la historia. La música como un regalo que anima una celebración o que acompaña una defunción. Un tributo a un estilo musical que, unido a las continuas referencias a Estados Unidos, ha sido fundamental para que la película esté nominada al Oscar como mejor filme de habla no inglesa. ¿Dará la sorpresa? 7,5.

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Publicado por
Joric