Arrancaron la noche The Sounds con un set de fantástico new wave formado por 8 canciones, un set que se hizo corto pero también intenso. Aunque ya lo sabíamos, Maja Ivarsson se reveló de nuevo como una absoluta estrella encima del escenario, en todo momento luciendo como algo cercano a la heredera lógica de Blondie. ¿Qué sería de The Sounds de haber nacido en los setenta?
Los suecos dieron inicio a su show ‘No One Sleeps When I’m Awake’. Lo hicieron confirmando, desde el principio, que un espacio tan solemne como un teatro puede ser el idóneo para un concierto de rock como el suyo, con guitarras y sintes que igual podrían haber sonado más envolventes, pero muy poco. El quinteto aunó carisma y energía (“¡hemos venido a tocar para vosotros, hijos de puta!” espetó Maja) en un concierto donde fueron enormemente celebradas ‘Tony the Beat’ y ‘Livin’ In America’ pero que nos hizo creer también que temas menos conocidos del grupo como ‘Outlaw’ o ‘Shake Shake Shake’, ambos incluidos en su último álbum ‘Weekend’, eran igual de populares. ¿El mejor momento del concierto? Sin duda ‘Painted by Numbers’, cuyos “na na na” vociferados por el público ponían la piel de gallina. Solo una pega: que alguien le diga a Maja que por favor deje de escupir por todas partes.
Publicábamos ayer una entrevista a esta banda en la que nos contaba cómo se emocionaba la gente en sus conciertos al escuchar sus temas nuevos. Igual es porque el sonido de Klaxons resulta más impactante en vivo que en estudio, pero lo cierto es que el público recibió muy bien pistas nuevas como ‘There Is No Other Time’, de lo más bailado de todo el evento, o el cruce de música disco y pianos noventeros de ‘Invisible Forces’, potencialmente de lo mejor del nuevo álbum. También fue todo un acierto abrir set con ‘New Reality’, que estableció la tónica del concierto con sus ultra agresivos ritmos y afilados teclados. La otra nueva, si bien menos destacable (por ahora), fue ‘Rhythm of Life’.
Sonaron ‘Magick’, ‘Two Receivers’, ‘Twin Flames’ y ‘Gravity’s Time’ de lo viejo, entre otras. Si el grupo cerró set con ‘Echoes’ y ‘It’s Not Over Yet’, como viene siendo habitual, es algo que lamentablemente desconozco: para evitar atascos me fui de inmediato al adyacente Latino Club en dirección al concierto de Russian Red.
Es curiosa la evolución del directo de Russian Red, de la sencillez de una guitarra acústica a la épica de la eléctrica ofrecida anoche y que encontró en cortes como ‘Anthony’ o la misma ‘Casper’ las mejores vías de expresión. Una verdadera lástima que ‘Michael P’ perdiera tantísimo de emotividad en vivo y, sobre todo, que el público en realidad solo despertara para el estribillo de la única pista del set que no era de Russian Red, ‘Bitch’, el hit de Meredith Brooks. No deja de ser cierto, sin embargo, que el disco de Hernández recién acaba de salir al mercado.
El Teatre fue sorprendentemente el lugar perfecto para el muro de sonido de The Hives, una mastodóntica y ensordecedora bestia a través de la cual apenas se oía la voz de Howlin, que luchaba por hacerse oír en temazos como ‘Won’t Be Long’, ‘1000 Answers’ o la absolutamente emocionante y adrenalínica ‘Walk Idiot Walk’. Pero es en el buen sentido: las guitarras del grupo envolvían a la vez que obligaban al espectador a darlo todo en la pista. Cuando llegó ‘Tick Tick Boom’ casi se cae el teatro. Y en momentos como ‘Hate To Say I Told You So’, cuando el líder bajaba a dejarse adorar por el público, The Hives dejaban claro su maestría en el arte del espectáculo rock. Simplemente divertidísimo. Y los trajes tipo siglo de las luces que vestía la banda, por cierto, todo un acierto.
Fotos: Ester Domínguez Vizcaíno.