El disco, además, contenía adaptaciones y carecía de un single claro. Entendiendo «single» como canciones con el impacto de un ‘Cae lo que fuego fue‘ y ‘Haz lo que te dé la gana’ de ‘Sueño triangular‘, ‘Montseny‘ o ‘Tinieblas, por fin‘. Pero el mini álbum de ocho pistas tenía enjundia. No es sólo que ‘Into the Maëlstrom’ hable de un sex shop y películas porno, sino que su ritmo sabe captar su sordidez. Y en contraposición, el tema posterior, el último, no es sólo que recurriera a la Biblia (‘Eclesiastès 12:2-8’) sino que la producción de sus voces, apocalíptica, le venía al pelo.
‘Convergència i Unió’ era un disco de contrastes y detalles, como hacía evidente ya la pista introductoria ‘El trenc de l’alba’ hablando de pájaros muertos y gatitos que juegan o ese final de ‘Jo no vull ser un cactus’ que no puede concluir de manera más lánguida: «un amante es como el sol: cuanto más calienta, más desierto genera a su alrededor y yo no quiero ser un cactus en un desierto de piedras». Y es que aunque las canciones carezcan de un carisma definitivo, los poemas tomados de gente como Pere Calders, Enric Casasses y Núria Martínez-Vernis sí se ven enriquecidos, lo que tiene bastante mérito. ¿O nadie recuerda lo que Ana Belén hizo con Lorca? En la guitarrera ‘Taxidèrmia’ de Núria «Et refaré, seràs etern» se convierte en un estribillo involuntario. En ‘La visita’, el texto de Pere sobre alguien que resiste la visita de la muerte, en una pista celestial por la que podría asomarse Sufjan Stevens.
Calificación: 6,8/10
Lo mejor: ‘Into the Maëlstrom’, ‘Nusos’, ‘Guerres i amagatall’, ‘Taxidèrmia’
Te gustará si te gustan: ‘Popemas’, Maria Rodés
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