Barrera continúa: «El «Andrógino Alquimista» encarna mi búsqueda en los rituales de la androgenización; en este caso, un ritual llevado a cabo por tribus indígenas en las que el hombre se hace un corte en la entrepierna como símbolo de estar viviendo en el cuerpo de una mujer, en medio de dos sexos impuestos. Es una castración simbólica que presento a modo de invitación para que el «hombre» reflexione sobre su feminidad».
«El otro personaje es básicamente mi manera de usar el derecho a la rebelión a través del arte para criticar la religión, que busca el control de las almas; las clínicas actuales, que buscan el control de los cuerpos (no a través de la salud sino de la enfermedad) y las Fuerzas Armadas en la parte superior de una pirámide que se colapsa».