Por Marc Dorian.
Los pasados 4, 5 y 6 de abril tuvo lugar en Bogotá el Festival Estéreo Picnic, que se ha convertido en los últimos años en cita ineludible del calendario musical latinoamericano. Este proyecto arrancó en 2010 con el propósito de consolidar en Colombia un evento orientado a la música independiente, y en ese lapso de tiempo ha pasado de ser una cita local a constituirse como uno de los festivales más interesantes y mejor dotados en infraestructuras de todo el continente americano. Este año el line-up estaba formado por bandas como Red Hot Chili Peppers, Nine Inch Nails, Los Fabulosos Cadillacs, Empire of the Sun, Phoenix, Pixies, Vampire Weekend, Zoé, Julian Casablancas, Cut Copy, Babasónicos, Bomba Estéreo, Capital Cities, Jovannoti, Árbol de ojos o Natalia Lafourcade, entre muchos otros. Dorian publicamos el álbum ‘La velocidad del vacío’ en Colombia hace meses y volvimos a visitar Bogotá para participar en el festival.
He viajado a Colombia en otras ocasiones, para pinchar en clubes y para tocar con la banda, y con el tiempo he ido interesándome más y más por la cultura de este maravilloso país (sin duda uno de los más hermosos del mundo), que estos días está de luto y en boca de todos por la muerte de Gabriel García Márquez.
Hasta hace poco, la imagen que se tenía de Colombia en el extranjero era la de una nación sumida en un caos social provocado por los conflictos entre carteles de la droga, las Farc, los paramilitares y el Estado, pero las cosas llevan un tiempo cambiando. Si bien es cierto que en el país sigue habiendo muchas desigualdades sociales y que el conflicto con la guerrilla no ha terminado todavía (aunque prosiguen las conversaciones de paz, hace dos semanas mataron a un suboficial de la Armada en un ataque en Nariño), no lo es menos que su crecimiento económico (que se está situando por encima del 3,5% y se prevé que llegue al 4%) ha sacado de la pobreza a 800.000 personas y ha creado una sólida clase media que mira al futuro con optimismo y con ganas de sacudirse los fantasmas del pasado.
En ese marco es lógico que en los últimos años haya florecido en Colombia una nueva escena musical que, hallándose en un mundo global y permanentemente conectado por la red, además tiene ganas de hacerse escuchar dentro y fuera de sus fronteras. Algunos artistas y bandas pertenecientes a esa escena, como Consulado Popular, Mateo Lewis, Monsieur Periné, Juan Pablo Vega o Árbol de Ojos tuvieron destacadas actuaciones en Estéreo Picnic, y especialmente Bomba Estéreo, que el sábado pusieron a bailar a 15.000 personas con una puesta en escena soberbia, toneladas de magnetismo y altas dosis de elegancia tropical.
La primera jornada del festival tuvo como protagonistas a Nine Inch Nails, que visitaban Colombia por primera vez tras un intento fallido que tuvo lugar cinco años atrás. Su puesta en escena no fue la de las ocasiones más importantes y el show se vio por momentos deslucido por unas luces algo pobres, que no siempre jugaban a favor de la soberbia exhibición de tecnología y producción musical que estaba teniendo lugar sobre las tablas. Aunque soy defensor de su último trabajo, el notable ‘Hesitation Marks’, tengo que reconocer que el concierto empezó a despegar a medida que iban cayendo trallazos como ‘The Hand That Feeds’, ‘March of the Pigs’ o ‘Head Like a Hole’. Y nunca mejor dicho lo de “trallazos”. NIN exprimieron al máximo las posibilidades a nivel de sonido que proporcionaba el escenario Tigo, y lo incendiaron con una actuación que fue subiendo de voltaje hasta dejar extasiados a los fans más fans de la banda, al tiempo que lograban ahuyentar a curiosos y neófitos. Se quedó fuera ‘Hurt’, posiblemente a causa de un cabreo de Reznor motivado por un problema técnico que provocó una breve suspensión de la actuación. A ver si hay más suerte en el Primavera Sound.
Ese día, en el escenario principal, dos platos fuertes del cartel precedieron a NIN: Julian Casablancas y los argentinos Babasónicos. El primero le echó empeño y más ganas de comunicarse con el público de las que suele demostrar cuando actúa con The Strokes, cosa que ya tuve ocasión de observar la primera vez que lo vi en directo en la gira de presentación de ‘Phrazes for the Young’, cuando arrasó una de las carpas de Coachella en un modesto escenario a las 17h sin más apoyo que su banda y muchas ganas de demostrar que había vida más allá de su banda madre.
Babasónicos, una de las formaciones de rock más queridas en Latinoamérica, hicieron gala de su tremenda versatilidad y saber hacer desplegando un espectáculo lleno de matices. Rock, funk, pop, psicodelia con tintes electrónicos y, en ocasiones, todo ello a la vez, sonó de la mano de los autores de ‘Jessico’, ‘Anoche’ y ‘Mucho’, con un Adrián Dárgelos al frente que sabe sentar cátedra en el escenario.
Con Dorian lo tuvimos todo de cara en la carpa del escenario Caracol. Nos tocó un buen horario y uno de los públicos más animados que nos hemos encontrado últimamente en Latinoamérica. Nos ayudaron cantando con fuerza canciones como ‘El temblor’ o ‘Los amigos que perdí’, y remataron entonando el inicio de ‘La tormenta de arena’ a capella, en uno de los conciertos de esta gira que más hemos disfrutado.
Capital Cities arrastran el sambenito de ‘Safe And Sound’ (que acapara buena parte de la atención en sus conciertos), y lo seguirán arrastrando a lo largo de toda su dilatada gira a pesar de contar en su repertorio con buenos temas como ‘Kangaroo Court’ o ‘I Sold My Bed, But Not My Stereo’. Tienen un buen directo y facilidad para hacer melodías pegadizas. Si saben aprovechar la oportunidad que les ha abierto su megahit, el público prestará más atención a todas las canciones de su siguiente álbum.
Y cerrando ese escenario, Phoenix, cuya evolución en directo he podido ir siguiendo desde sus inicios. Hay que reconocer a los franceses el esfuerzo que han hecho en los últimos años por mejorar su espectáculo, que de un tiempo a esta parte combina muy hábilmente pasajes instrumentales rockeros, electrónicos y nueva oleros con sus archiconocidos hits. Tal vez ahí radique la fuerza de su show. La banda está todo el tiempo llamando la atención, haciendo que sucedan cosas encima del escenario y empatizando con el público sin necesidad de arengarlo permanentemente. Se les criticó mucho la falta de rodaje cuando actuaron en el Primavera Sound. En Estéreo Picnic estuvieron francamente bien.
A punto estuvieron Red Hot Chili Peppers de no llegar a tiempo para su actuación, una de las más esperadas de la segunda jornada del festival. Los accesos de entrada y salida de Bogotá suelen estar colapsados varias veces al día, y si a esto le sumas un movimiento extra de 20.000 personas dirigiéndose al festival el resultado es, por momentos, catastrófico. La banda californiana quedó atrapada en el tráfico bogotano, pero llegó a tiempo para ofrecer un espectáculo no muy distinto al que hemos podido ver por estos lares en sus últimas presentaciones. Tal vez no estén en su cénit creativo, pero cuando empiezan a caer hits uno detrás de otro son capaces de poner a saltar a las piedras. A diferencia de lo que han hecho en otros festivales por el mundo, no se olvidaron de tocar casi todos sus temas importantes desde ‘Mother’s Milk’.
Por el escenario Tigo pasaron, antes de RHCP, la mexicana Natalia Lafourcade, que está viviendo uno de sus momentos más dulces y logró una notable comunión con el público; los también mexicanos Zoé, que se han convertido gracias a una trayectoria impecable en una de las bandas de referencia en todo el continente; y Pixies, cuya presentación en Estéreo Picnic era la primera de toda su carrera en tierras colombianas. Zoé variaron el orden de su repertorio con respecto a lo que venían tocando en sus últimos conciertos, centrándolo además en temas de la banda muy conocidos en Colombia como ‘Vía Láctea’, ‘Poli’, ‘Luna’, o sus más recientes ’10 A.M.’, ‘Cámara lenta’ o ‘Arrullo de estrellas’. Pixies por su parte no escatimaron en hits y, más motivados y comunicativos que de costumbre, fueron soltando uno tras otro temas como ‘Monkey Gone To Heaven’, ‘Here Comes Your Man’, ‘Debaser’, ‘Allison’ o ‘Where is My Mind?’, que combinaron con sus recientes ‘Bagboy’ o ‘Indie Cindy’.
Al contrario que sus compatriotas Capital Cities, Vampire Weekend no se las tienen que ver con públicos ávidos de escuchar una canción en particular. Sus tres discos han recibido la atención mediática que merecían y el público se puso de acuerdo con la prensa desde su homónimo álbum de debut. En Bogotá se las cantaron casi todas, empezando por ‘A-Punk’, cuya letra todos los presentes en la carpa Caracol corearon entera.
Si Vampire Weekend han ganado mucho en actitud sobre las tablas en los últimos dos años, parece que Savages la llevan de serie. Oscuras, violentas, ruidosas, sofisticadas, así sonaron las canciones de ‘Silence Yourself’. Puede que la sombra de Siouxsie & the Banshees se alargue sobre la banda, pero en directo el músculo y la actitud del cuarteto londinense dinamita prejuicios.
Y de la oscuridad a la luz. Cut Copy siguen paseando por el mundo su particular verano del amor, haciendo sudar y bailar sin tregua al personal. Su directo puede resultar algo plano por momentos, con una repetición acaso excesiva de ciertos recursos, pero no hay duda de que es altamente efectivo. Desde el escenario pude observar cómo superaban numerosos problemas técnicos sin que el público lo notara.
‘We Are The People’, ‘Walking On A Dream’ y ‘Alive’: es difícil que una carpa no caiga rendida a los pies de una banda con temas tan conocidos, bailados y remezclados como estos. Frente al escenario Caracol no cabía un alfiler cuando Empire of the Sun lo invadieron con su propuesta teatral y colorista. Por las impresiones recogidas al final de su actuación, las coreografías no acabaron de convencer a parte del público, y tal vez el repertorio resultó demasiado repetitivo en lo referente a los recursos rítmicos y las dinámicas, pero eso es lo que está en sus discos, y en este sentido la banda no engaña. O lo tomas o lo dejas.
La última jornada del festival tuvo como claros protagonistas a los ya mencionados Bomba Estéreo, a los míticos Fabulosos Cadillacs y a Jovanotti. El italiano se metió en el bolsillo al público colombiano con recursos creativos como un rap dedicado exclusivamente a Colombia (que incluía menciones a Macondo y a la montaña bogotana de Monserrate) y con un derroche de empatía y de calidad musical extraordinario. Lo del rap medio improvisado dedicado al lugar en el que está tocando es algo que ha hecho en otras ocasiones, pero qué quieren que les diga, es realmente difícil hacer eso. Por lo demás, el set estuvo muy orientado a potenciar la parte más latina de su repertorio, con desarrollos instrumentales caribeños mezclados en ocasiones con funk y rock. Eché de menos al Jovanotti de temas como ‘Il Più Grande Spettacolo Dopo Il Big Bang’ o ‘L’Amore Che Ho’, pero la verdad es que cuando empezó a sonar una versión acelerada de ‘Penso Positivo’ volaron copas y camisas.
En el escenario Tigo se vivió la cara y la cruz de una misma moneda. Gogol Bordello se entregaron a un espectáculo de combustión rápida cuyo arranque hizo presagiar todo lo que sucedió después. Nada nuevo bajo el sol desde que los viera por primera vez en 2008. Puede que la banda, que está embarrada en disputas legales con su cantante Eugene Hütz, no esté pasando por su mejor momento, pero lo cierto es que se les empieza a notar una alarmante falta de ideas.
Los Fabulosos Cadillacs, en cambio, se llevaron el gato al agua tirando de oficio y ofreciendo un espectáculo cuyas energías saben dosificar, enriqueciendo los distintos tramos del set con diversas dinámicas. Ya había visto a México enloquecer con sus conciertos, y en Estéreo Picnic canciones como ‘Manuel Santillán’, ‘El León’ o ‘El Aguijón’ se las cantaron y bailaron (sin poder reprimirse) hasta los vigilantes de seguridad y los camareros del festival, cosa que demuestra la dimensión realmente popular que tiene la banda argentina también en Colombia. El día, más soleado que los anteriores, permitió al público disfrutar también del folk de la cantautora chilena Camila Moreno, de los puertorriqueños Cultura Profética y de The Wailers, rematando tres días de festival a lo largo de los cuales la organización no escatimó en la calidad del sonido, en sorpresas (fuegos artificiales, sesiones no anunciadas como la de The Bloody Beetroots) y en el acondicionamiento de un recinto cómodo y agradable que sin duda invita a repetir la experiencia.
Fotos: Caballero Nicolás / Isabel Hernández