Para quienes hemos conseguido llegar prácticamente vírgenes al estreno de ‘Sin identidad’, hay que decir que conocer la trama central de la serie nos ha caído como un jarro de agua fría. Sobre todo después de pasar quince minutos disfrutando (es un decir) de un comienzo de la historia algo atropellado pero bastante innovador, con varias escenas sin apenas diálogos en las que el único eje en común era la protagonista de la historia.
Pues no: pasado el momento de las presentaciones, el guión ha vuelto a su formato natural, y se ha encaminado hacia otros derroteros, prácticamente obviando todo lo que hemos visto anteriormente. De momento resulta difícil entender cómo María Fuentes (Megan Montaner), con la simple búsqueda de su madre biológica, es capaz de acabar en una cárcel en China (!) e inmediatamente después escaparse para volar a Rusia a hacer una donación millonaria a una institución infantil y posteriormente trasladarse a Madrid para vengarse de su malvadísima familia adoptiva.
El que suscribe se teme lo peor. Es verdad que puede ser prejuicio, pero conociendo la ficción española auguro unos giros de guión impredecibles y enrevesados para explicar lo que, a priori, parecen unos hechos francamente aleatorios à la ‘Revenge’. Ojalá me equivoque, pero a esta serie va a ser difícil que la salve siquiera su reparto de lujo, encabezado por Lydia Bosch, Eloy Azorín y la mismísima Victoria Abril. 4.