Tampoco hablaré sobre el desasosiego que me produce que se asocie lo que a cada uno le parezca buena música -conocida o no, exitosa o no- con fingir que se es lo que no se es. Y no lo haré, dejándolo para los sociólogos del siglo XXI (es interesante, ojo), porque ‘Hipsteria’ es peor que todo esto: más aburrido que un debate en SpanishPop sobre si los Planetas son indies o no, o sobre si Australian Blonde tenían que haber hecho el anuncio de la Pepsi Cola o no, pero trasladado a 2014 como si nada hubiera pasado en estos 20 años.
No. ‘Hipsteria’ remite más bien en su planteamiento a telenovelas de Grecia Colmenares tipo ‘María de nadie’ o ‘Topacio’, en las que una chica de un pueblo random se traslada a la gran ciudad -a Malasaña en Madrid en concreto-, y recibe lecciones sobre cómo ser hipster de parte de Noa, «una modernísima fiestera que le enseñará todos los secretos de la vida en la ciudad» (ya nos los contarás, Noa ¿correr delante de la policía
, quizá? ¿o cómo sobrevivir a una huelga de basuras que se extiende durante días? ¿o cómo mantener las ganas de salir cuando tu local favorito cierra, por otro lado?).El tema no es lo sobado de nombres como Wes Anderson o Woody Allen, o la muestra del CD equivocado de Britney Spears (¿ya toca reivindicar ‘Britney Jean? ¿No vamos ya por que ‘Blackout’ es el infravalorado? ¿Está la clave de toda la serie en este imposible «rizar el rizo»?). El problema es que 1) el guión de esta webserie estrenada por MTV lo podríamos haber escrito en una tarde cualquiera de nosotros y gracia tiene poca (el próximo episodio, «hipster o homeless», llega más tarde que los diccionarios) y 2) sitúa al espectador en un mundo irreal y fantástico no en algún rincón absurdo de Malasaña, que mira que podía haber sido, sino en un pueblo de España que por suerte no se menciona, al que no ha llegado la internet para que nuestra protagonista, Lola, haya podido enterarse como una joven normal de qué va todo esto de «la modernidad».
‘Hipsteria’ es una webserie de internet sin pretensiones. No soñaba al verla con un mundo en el que puedas decir que no te gustan Lori Meyers sin miedo a que alguien piense que es «porque ahora venden», ni con un mundo en el que decir que te gustan Madonna o Pet Shop Boys sin que alguien piense que te estás marcando una «boutade», con un mundo en el que se pueda dar una opinión de música con normalidad sin que alguien piense que detrás se esconde una cosa súper rara. En verdad simplemente esperaba soltar una carcajada cuando el guión metiera el dedo en la llaga de uno de estos estereotipos, como sucedió en su momento con ‘Coolness’. Pero nada… 4.