En una entrevista con Glamour que no es histórica porque no es más larga (atentos al final «te lo pasarás chupi» y a todos esos nombres de grupos que les han influido mal escritos) se llama a los debutantes Mirrors Frequency «los Killers españoles». En Los 40, donde también apoyan esta teoría, escribían recientemente que los madrileños con algún origen americano y alemán y antiguamente «dependientes de perfumerías, entrenadores personales, artistas e incluso, directores de escuela» tienen «temazos y mucho rollo». Es cierto que la pegada de singles como ‘Jesus’ y ‘Suddenly’, e incluso de otras canciones como ‘Dance’ o ‘Tonight’ es innegable. Pero la mímesis de la banda de Brandon Flowers es demasiado descarada, llegando a lo sonrojante. A lo largo de la historia nos hemos comido una tonelada de grupos inspirados en otros, pero la imitación en este disco llega demasiado lejos, anulando cualquier atisbo de personalidad de Mirrors Frequency. Y mira que han intentado distanciarse aunque no haya sido de la manera más afortunada posible (‘Friends’ y la mencionada ‘Dance’ incluyen un poquito de dubstep), pero es que su líder -que para más inri se hace llamar Jota- no puede irse demasiado lejos del irresistible tono grave pero afectado de Brandon (a veces también trata de imitar a Morrissey). No colaboran tampoco demasiado a la causa la fea portada, el desafortunado nombre del disco que promete una novedad que no encontramos, la inexplicable ‘Intro’ con sonido ambiente, los ¿juegos? de palabras del título ‘Come Conmigo’ (y no es del verbo «comer», ¡qué pena!) y una producción sin garra ni riesgo cuya mezcla de guitarras y sintetizadores hace pensar más en La Oreja de Van Gogh que en Jeff Saltzman o Stuart Price.
Calificación: 3,4/10
Lo mejor: ‘Jesus’, ‘Suddenly’, ‘Dance’
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