Sia / 1000 Forms Of Fear

Tras la publicación de ‘We Are Born‘ en 2010, Sia cayó en una espiral de enfermedades (primero le diagnosticaron erróneamente la Enfermedad de Graves, que luego resultó ser hipertiroidismo), y adicción a los tranquilizantes y al alcohol, que la llevaron a un proceso de rehabilitación y a apartarse, en principio de forma definitiva, de su carrera como intérprete, de las giras y las promociones. Superado el trance, Furler se dio cuenta que tenía otra forma de explotar su talento compositivo, escribiendo música para otros artistas y, tras el pelotazo de ‘Titanium’ (para David Guetta) y ‘Wild Ones’ (para Flo Rida), la australiana decidió aprovechar el tirón y hacerse bastante rica cobrando royalties de canciones escritas para artistas de opíparas ventas como Rihanna, Ne-Yo, Beyoncé, Katy Perry, Britney Spears, Kylie Minogue, etc.

El pasado año, con el lanzamiento de ‘Elastic Heart‘, un nuevo tema interpretado por ella (junto a Diplo y The Weeknd) para la BSO de la segunda entrega de ‘Los juegos del hambre’, Sia anunció la publicación de un nuevo álbum en su carrera, tras firmar un nuevo contrato con RCA que incluía una cláusula fundamental para ella: queda totalmente liberada de la obligación de hacer entrevistas, actuaciones promocionales o giras y, si lo hacía, no tendría que mostrar su rostro. El pasado otoño, protagonizaba la portada de la revista Billboard, en la que su rostro aparecía cubierto por una bolsa de papel que rezaba «Esta artista es responsable de la venta de más de 12 millones de canciones (…) y no quiere ser famosa» (justo como hacían los miembros de este site en sus inicios, curiosamente). En un alarde de absoluta incoherencia, esta bolsa era un adhesivo que podía despegarse para ver su cara, mientras que en el interior encontrábamos un «manifiesto anti-fama» en el que comparaba la notoriedad con el estereotipo de una suegra «altamente entrometida y completamente desinformada».

Así, ‘1000 Forms Of Fear’, el sexto álbum ya de la cantante y compositora, es lanzado con la premisa de ocultar su rostro y personificarlo en su reconocible media melena rubia platino, elevando su peinado al estatus de icono como lo es, por ejemplo, el moño colmena de Amy Winehouse (parte del merchandising de este álbum es justo una peluca). En varias actuaciones televisivas, hemos visto cómo la actriz Lena Dunham, la niña bailarina Maddie Ziegler o un coro de hombres, todos ellos ataviados con pelucas al uso, han puesto rostro a una Sia que cantaba de espaldas al público, generando un efecto viral (los más de 46 millones de visitas, solo del clip oficial, hablan de un verdadero éxito). Algo que, además de inútil (su cara es fácilmente localizable con cualquier búsqueda de Google), parece ir precisamente en contra de esa huida de la fama. El hecho es que estas contradicciones apuntan a que Furler es una mujer de frágil equilibrio (se dice que padece trastorno bipolar, algo que ella resume en que «fumar tanta maría en la adolescencia jodió mi cabeza«), lo que está presente en buena parte de las canciones de este álbum, a través de letras que hablan de desamor (tema recurrente donde los haya, aunque ella acaba de anunciar que se casará próximamente con Erik Ander Langs, un director de documentales) y de la soledad y el dolor que implican la popularidad.

Pero, además de su curioso estilo promocional, hay cosas más importantes que han cambiado en Sia y afectan a su música. Su trabajo como compositora de alquiler no solo ha avezado su instinto por el estribillo y los ganchos sino su capacidad de adaptación, y así es capaz de tocar muchos palos distintos, buscando un sonido más contemporáneo, haciendo desaparecer a la cantautora folkie-soul que fue en sus inicios y sin dejar, pese a contar de nuevo con la producción del brillante Greg Kurstin, rastro del funky de ‘Clap Your Hands’ o ‘You’ve Changed’. Aunque bien pueden ser temas que la artista haya juzgado tan bien que ha preferido guardárselos para sí, no resulta descabellado pensar que algunos de los cortes de ‘1000 Forms Of Fear’ podrían ser desechos de sus clientes (en algunos de ellos, no cuesta demasiado imaginarse la voz de alguna diva que todos conocemos). Sin embargo, está lejos de ser un disco de descartes sino, más bien, la constatación de su huella en el pop de hoy como escritora e intérprete.

‘1000 Forms Of Fear’ es algo irregular y a veces, en ese afán de acentuar el «estilo Sia», resulta demasiado redundante y cae en lo prescindible (‘Burn The Pages’ y las baladas ‘Straight To The Knife’ y ‘Cellophane’), si bien algunos de los cortes más flojos logran salvarse gracias a la habilidad de Kurstin para lo inesperado (los extraños arreglos y la ausencia de percusiones en ‘Fair Game’, por ejemplo). Pero, por lo demás, se trata de un disco de gran pop moderno, con grandes canciones que podrían ser hits globales instantáneos en boca de otr@s. Con ‘Chandelier’, una canción superlativa que incluso mejora con su fantástico videoclip (los bailes de la pequeña Maddie serán unas de las imágenes más memorables de 2014), a la cabeza, las ya conocidas ‘Elastic Heart’, ‘Big Girls Cry‘ o ‘Eye Of The Needle‘ certifican su capacidad para emocionar bajo patrones muy similares, siempre con su voz quebrada, en unos extremos de emoción que se contagian y que desprenden esa sinceridad que ha puesto donde está a Adele, por poner un ejemplo.

Lo mejor de este álbum es que el listado de temas significativos no se detiene en sus singles y que, además, siempre Greg y Sia apuestan por aportar elementos atípicos, audaces, en sus producciones. ‘Hostage’, co-escrita por Nick Valensi (The Strokes), supone un fresco contrapunto nuevaolero que rememora a la Cindy Lauper más efervescente, que desgraciadamente no encuentra relevos en el minutaje. Porque es patente que lo que mejor sabe hacer Sia son medios tiempos poderosos con estribillos memorables, como atestiguan unas estupendas ‘Free The Animal’ (el puente de salida del estribillo, con esos locos corta-y-pega de la voz, es delicioso) y ‘Fire Meet Gasoline’ (esta vez la gracia está en ese piano desbocado de su épico final). ‘Dressed In Black’, el tema final, es un sibilino y divertido desafío. Cuando todo apunta a que es otro nuevo ejercicio de baladismo marca de la casa, casi imperceptiblemente, nos sumerge en un bucle de más de tres minutos repitiendo obsesivamente el coro principal, con Sia haciendo gorgoritos, convirtiéndolo en lo más parecido al drone que el pop mainstream haya visto jamás. Y ahí está la prueba final: si después de asistir a eso no la odias (o, como mucho, te parece una loquita entrañable) y te sigue apeteciendo darle al play, eres de los suyos. Los nuestros.

Clasificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Chandelier’, ‘Elastic Heart’, ‘Big Girls Cry’, ‘Free The Animal’
Te gustará si te gustan: los hits de Sia para otros, sin ser fan de ellos.
Escúchalo: en iTunes si eres australiano

Los comentarios de Disqus están cargando....
Share
Publicado por
Raúl Guillén