El primer escenario en congregar un buen número de lowers fue el Matusalem, esperando a Triángulo de amor Bizarro. Como ya hicieron en el FIB, ofrecieron un concierto oscuro (a pasar de la excesiva iluminación, que restaba credibilidad a su música), vibrante y plagado de hits. ‘El crimen: cómo ocurrió y cómo remediarlo’ y ‘Ellas se burlaron de mi magia’ se sucedieron entre golpes de guitarra y voces distorsionadas. Su actitud de rockstars altivas y algo déspotas, apenas dirigiéndose a la audiencia con unos breves “muchas gracias”, rompe en cierta medida con el ambiente festivo que entre el público suele vivirse en los conciertos festivaleros. Isa, amada por muchos y odiada por otros tantos, demostró que en actitud no le gana nadie en las coreadas ‘De la monarquía a la criptocracia’ o ‘Estrellas místicas’, precisamente sobre su actitud frente al público. Como ya viene siendo habitual en ellos, concierto express y una nueva demostración de que son una de las mejores bandas españolas en directo.
La siguiente parada obligatoria era León Benavente, padres de uno de los discos nacionales más aclamados del pasado 2013. Servía su actuación para consagrar a Abraham Boba como lo que es, un frontman con carisma y personalidad. Con una línea de bajos sinuosos, se sucedieron ‘Década’, ‘Estado provisional’ o ‘Las ruinas’ con algún que otro fallo de sonido en la batería. En la segunda mitad del concierto, la formación comenzó a sentirse más cómoda sobre el escenario.
De garaje en garaje, aún exhaustos y con la euforia del concierto anterior, volvimos al Escenario Matusalem para adentrarnos en el oscuro universo de Blood Red Shoes. Su imagen naïf y su apariencia post-adolescente, contrastó fuertemente con su espectáculo sombrío. El dúo realizó una actuación marcada por la presencia de un público, en principio, algo tibio que hacía tiempo antes de trasladarse en masa para ver a Vetusta Morla (cuyo show en Cruïlla ya comentamos minuciosamente). Los ingleses fueron cogiendo fuerza tocando temas como ‘Red River’, ‘Everything All At Once’ y ‘The Perfect Mess’, terminando de convencer del todo a los rezagados que optaron por el dúo británico. Como ya demostraron los desaparecidos The White Stripes, el tándem batería-guitarra, funciona, y tanto la voz de Steven Ansell, como la de Laura-Mary Carter estuvieron a la altura de unos temas que quizá se esperaban con algo más de distorsión.
Belako, esa banda con nombre de grupo ska, nos recordó que el postpunk bailable es lo suyo. Con referentes como Pixies, Sonic Youth y Yeah Yeah Yeahs, el cuarteto mostró su evolución desde ‘Eurie’ (‘Southern Sea (Beautiful World)’) a sus dos últimos y recientes EPs: ‘AAAA!!!!’ y ‘Bele Beltzak Baino Ez’. En horario prime time para unos pocos, late night para otros, la formación logró congregar a, quizás, más asistentes de los esperados. Con un Escenario Wiko hasta los topes, el cuarteto vasco demostró que han llegado para quedarse. En pleno éxtasis instrumental final (toques de electro y acercamiento al sonido Crystal Castles incluido), la actuación daba para pogo.
Tras ellos, los Djs empezaron a invadir los escenarios más grandes, y las ganas de socialización y faranduleo iban in crescendo entre los presentes. Holy Ghost! recibieron demasiada poca atención por parte de un público que parecía no saber apreciar ni tan sólo los hits (impecablemente ejecutados) ‘Dumb Disco Ideas’ y ‘Do It Again’. Esa perfección a la hora de mostrar su trabajo, junto a la falta de visuales y el estatismo de su cantante no ayudaron precisamente a animar al público, pese al atractivo y alta bailabilidad de su synthpop de referencias ochenteras (o no). Una lástima que el dúo se marchara tal y como había llegado, sin hacer ruido, y con un público gélido, más preocupado del selfie de turno que de lo que estaba sonando.
La noche terminó con The Magician, con una de esas sesiones que se convierten en el punto de encuentro para puretas del indie y público mainstream. Buen final, en cualquier caso, para una jornada en la que se superaron las expectativas depositadas en bandas como The Hives y, sobre todo, Belako, una de las grandes triunfadoras de la noche.