Lo mismo sucede en la segunda parte de ‘Z-Boys’, donde las guitarras logran sonar como un millón de olas llegando a la orilla, y también acertado resulta el tema expresamente dedicado al padre de Sune, ‘Kill!’, electrónico y sucio como los Primal Scream de la década pasada (parece clave la producción de Justin Meldal-Johnsen, quien ha trabajado con Garbage, School of Seven Bells, etcétera), explicando muy bien la relación que tenía con él y aquellas cosas que solía asociarle, que son las mismas con las que asociamos a Raveonettes: «Alcohol, infidelidad, la sensación de abandono son parte de mi historia con él desde que le pillé acostándose con una pelirroja en la habitación de mis padres a los diez años», recordaba en una entrevista reciente.
Así pues, la inocencia y la perversión que hemos conocido en la carrera de Raveonettes (¿quién ha metido durante toda su carrera a las Shangri-La’s y a la Velvet en el mismo saco?), vuelven a encontrarse en pistas como ‘When Night Is Almost Done’, ‘The Rains of May’, ‘Sisters‘ (en la que rápidamente pasamos de My Bloody Valentine a la delicadeza de un arpa), o ‘Wake Me Up’, en cuya letra se encuentran el bien y el mal. Es una pena que esta última canción termine antes de tiempo quedando a medias, o que ‘Killer in the Streets’, con esa base casi tipo Happy Mondays -una referencia raruna en una discografía que parecía obsesionada con unos referentes muy concretos- sea sólo una excepción. Al final, las sorpresas no están tan presentes como esbozadas y el grueso del disco suena demasiado a conocido. ‘Pe’ahi’ es una buena obra, pero un séptimo álbum habría necesitado novedades mucho más extremas o sencillos más decididos para competir con lanzamientos como ‘In and Out of Control‘ o ‘Pretty in Black‘.
Clasificación: 6,9/10
Lo mejor: ‘Endless Sleeper’, ‘Kill!’, ‘Wake Me Up’, ‘When Night Is Almost Done’
Te gustará si te gustan: los anteriores, al fin y al cabo, The Jesus & Mary Chain, la Velvet, Primal Scream
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