Pero Mortenson no es el único personaje peculiar y extremo en ‘Oceania Boulevard’. El resto de protagonistas, tan surrealistas y psicodélicos como él, poseen la misma fuerza. Sobre todo por la potencia visual de un dibujo arriesgado, siendo lo deforme el reflejo de una realidad plagada de corrupciones. Una regla de juego que Galli sustenta, en este primer trabajo editado en nuestro país, con un valiente aire cinematográfico que le sitúa cerca de los hermanos Cohen o David Lynch. Y si rascamos más allá de esos elementos reconocibles, encontramos un thriller con una narración gráfica muy personal…
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: la energía hipnótica de los encuadres, el tratamiento de la voz en off y los personajes secundarios.
Lo peor: demasiado énfasis surrealista en un par de pasajes hacia el final.
Esta recopilación de historias, de la que Fulgencio Pimentel puede presumir haber sacado una segunda edición, nos descubre el día a día sin apenas acontecimientos de sus tres intérpretes. Son escenas que bien podían desarrollarse en las afueras de cualquier ciudad de Australia, aludiendo a esos adolescentes que apenas salen de casa, adormecidos por el cansancio de la rutina y que se lo pasan bien follando, viendo televisión o drogándose, todo ello repleto de comentarios mordaces, situaciones molestas o incluso conmovedoras: no todo va a ser gamberrismo. En ‘Hechizo total’ se confronta la falta emocional con un deliberado realismo deprimente, que planteado de otra manera sería más amargo, pero que aquí es neutralizado por un dibujo de cuento de hadas y un colorido tonos pastel que hace que todo sea más amable. Ese empuje a los diálogos aúpa, para bien, la postura bizarra de los intérpretes, tornando lo que está a punto de fermentar en dulce.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: la impresión de que Hanselmann conoce a fondo la voz de una generación. La autodeterminación y confianza de plasmar una determinada realidad, sin autocensurarse.
Lo peor: si eres sensiblero su humor grueso puede herir tu sensibilidad.
En ‘Dream Team’ confluyen el ambiente y las dificultades de una liga amateur que nada tiene que ver con lo más impresionante que conocemos del deporte rey, sino con los papeles que padres e hijos en casos concretos intercambian. Así le sucede a Enzo, cuyos padres están divorciados, adquiriendo entonces la responsabilidad de tomar decisiones como un adulto, aunque para ello tenga que hilar una gran mentira. Se tratará de un engaño que surge por la admiración que Kenzo siente hacia su padre, un detonante de afectos que se aleja de cualquier manual de autoayuda o historia ingenua de superación.
En el extremo opuesto a este infundio, Juanjo Sáez desde el prólogo y en un tono menos angustiado que en su reciente trabajo ‘Crisis (de ansiedad)‘, revela oportunamente que Mario Torrecillas -aún siendo un trolero auténtico- transmite junto a los dibujos de Laperla una gran verdad.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: el coloreado vivo de los dibujos, sobre todo en viñetas donde aparecen grandes extensiones: un ancho cielo azul, una gran tapia o pared de fondo rojo/naranja/amarillo, o alguna jugada de fútbol ampliando la extensión del verde del césped…
Lo peor: aunque el dinamismo se mantiene de cabo a rabo, no le habría venido mal recortar un poco las más de 400 páginas. Los diálogos son algo blancos, se echa de menos algo del lenguaje de la generación de los personajes: lo mismo los puedes ubicar en el momento actual que hace 10 años.