¿Se puede organizar un festival de música en un entorno privilegiado con unos precios asequibles y un cartel más que notable? El Kutxa Kultur Festibala ha conseguido eso y un equilibro entre cabezas de cartel y grupos locales que no todas las citas de este tipo consiguen. Es más, la jornada del sábado con una asistencia de 5000 personas (el viernes habían actuado Sean Nicholas Savage, Lori Meyers o TOY) fue una sucesión de descubrimientos a cada cual más interesante. Gose, con una propuesta que sobre el papel puede echar de espaldas, ofrecieron un concierto divertido en el que la trikitixa se mezclaba con unas guitarras y una batería electrónica que hicieron que ni el horario ni el calor estropeasen el show. Otros que también partían en posición de desventaja por el horario fueron Ácido C, pero su funk bailable, con unos metales dando empaque al asunto, no obtuvieron resistencia alguna por parte del público presente. En otro escenario, el Red Bull Bus Tour, Perro dejó bien claro que su ‘Tiene bacalao, tiene melodía’ mereció un poco más de atención.
Pandamono, otro descubrimiento, salieron al Arteuparte Stage -probablemente el no escenario más bonito que nunca he visto en un festival- a ofrecer unas melodías preciosas llenas de armonías vocales que poco o nada tuvieron que ver con Chase The Mayhem y el rap metal con el que atronaron en el Escenario Kutxa Kultur.
A The Pains of being pure at heart no hace falta ni presentarlos porque prácticamente no les queda ciudad de España en la que no hayan tocado. Como siempre, el pop luminoso y las melodías pegajosas hasta decir basta, consiguieron que los autores de la gran ‘Simple and Sure’ recordasen a esas bandas tipo Beautiful South o The Housemartins a las que, quizá por hacer canciones bonitas y soleadas, se haya ninguneado un poco.
El Columpio Asesino hizo que el disgusto tras la primera intentona fallida de ver a Kokoshca no fuese tan traumática. El grupo navarro está ya más que consolidado, su directo fue impecable y la presentación de ‘Ballenas muertas en San Sebastián
‘ fue todo un éxito.Frank ofreció un bonito recital de folk que era justo lo que necesitábamos antes de los 45 minutos de cola que nos esperaban para poder entrar al Teatro Escondido y disfrutar no solo del mejor concierto del festival sino de uno de los mejores conciertos que yo he tenido el placer de ver. El Teatro Escondido, para entrar en situación, es un teatro decorado como si fuese un set de un capítulo de ‘Historias para no dormir’ de Ibáñez Serrador meets Tim Burton rodando ‘Ed Wood’. Tiene capacidad para 60 personas que, como digo, tuvimos que hacer cola durante más de media hora para no quedarnos fuera. Mereció la pena. Supongo que alguna vez la Velvet tocó en el salón de casa de Andy Warhol. Lo de Kokoshca en Kutxa Kultur fue algo así. Podría destacar al bajista volando por encima de las cabezas de los asistentes; el ‘sing along’ de ‘Jon y yo’ con Bassmatti a los coros; cómo todos nos pusimos de pie para bailar con un calor asfixiante ‘La fuerza’, ‘Mi Chica Preferida’ o ‘No volveré’; la versión ‘Historia de un amor‘ o cualquiera de los 100 momentos para el recuerdo que nos regalaron, pero seguiría siendo incapaz de transmitir todo lo que pasó en el Teatro Escondido. Por cosas así se podría justificar perfectamente la existencia de un festival.
Justo después de que Reptile Youth pusieran al público patas arriba, salieron Los Planetas con el set list habitual en el que se dedican a tirar de sus dos últimos discos al principio para ir desgranando sus grandes éxitos al final. Con dedicatoria a Pedro San Martín incluida, no faltaron una ‘Pesadilla en el parque de atracciones’ nunca más apropiada, ‘Segundo Premio’, ‘De viaje’ o ‘Un buen día’. Lástima de fallo en las proyecciones que enturbió un poco el resultado final. Aun así, un acertado fin de fiesta para uno de los mejores festivales del año.
Fotos: Gotzon Galarza