‘Torrente 5: Operación Eurovegas’ adolece de los mismos defectos que las anteriores secuelas. Sus detractores podrán relamerse a gusto con lo reiterativo y poco inspirado de muchos de sus chistes, los errores de casting (la elección de Alec Baldwin y Jesulín tiene más gracia sobre el papel que en la práctica), el empeño de Segura por ofrecer “espectaculares” escenas de acción que no van a ningún lado (quiero reírme, no ver coches dando vueltas de campana), y lo pesado y lo mucho que lastra el ritmo de la película el obligado desfile de cameos.
Pero sus fans, a los que todo lo anterior les da lo mismo (ya es el mejor estreno del año en España), también tienen motivos para chuparse los dedos llenos de grasa. Como distopía futurista en clave satírica, la película tiene bastante gracia. El personaje de Torrente ya no es una parodia de lo que somos, sino de lo que seremos dentro de unos años. Es algo así como el reverso satírico de la novela ‘2020
‘, donde ya aparecía Eurovegas y España también había vuelto a la peseta. El prólogo es, en ese sentido, de lo mejor de esta secuela. Una sucesión de estupendos gags visuales y verbales a costa de un Madrid apocalíptico post-crisis económica.Luego la película cambia y se convierte en una parodia legañosa de las películas de atracos. Un cruce entre ‘Ocean’s eleven’ y ‘Atraco a las tres’, que mantiene el interés a duras penas gracias sobre todo al buen trabajo de alguno de los personajes secundarios: el divertido dúo cómico formado por Carlos Areces y Florentino Fernández y la presencia, siempre agradecida, de la gran Chus Lampreave.
‘Torrente 5: Operación Eurovegas’ se abre con una canción jamesbondiana de Mónica Naranjo y se cierra con una chirigota cantada por Joaquín Sabina. ¿Cuál de las dos provoca más sonrojo? 6.