‘Coherence’ parte de una idea que haría gritar de emoción a Sheldon Cooper: el gato de Schrödinger, la célebre paradoja cuántica aplicada a una historia de suspense con ramificaciones existenciales. ¿Quiénes somos? ¿Nos conocemos a nosotros mismos? ¿Nos ven los demás como nosotros nos vemos?
El director suelta la madeja y el espectador corre, como el gato, detrás de ella. Pero en ningún momento perdemos el hilo ni nos enredamos. ‘Coherence’ no es solo una idea brillante de la que tirar durante noventa minutos, es también una historia de terror psicológico muy bien desarrollada (aunque le cueste algo arrancar) y una película con un desenlace a la altura de su propuesta inicial.
Perturbadora y juguetona, la cinta hace equilibrios entre lo lúdico y lo terrorífico para dar forma a una metáfora extrema, para llevar hasta el límite uno de esos axiomas tan recurrentes en la filosofía de la autoayuda: “cambia tu realidad”. Como si fuera un capítulo de ‘En los límites de la realidad’ (Twilight Zone), ‘Coherence’ es barata en presupuesto pero cara en ideas. 8,5.