Y es que el tercer álbum de Ariel Rosenberg de esta etapa a la luz de los medios y un mayor público vuelve a ser otra brillante demostración de su arte único, que va más allá de esa imagen peculiar y desconcertante. ‘pom pom‘ es otro fascinante paseo por un universo personal, en el que caben glam, surf, pop, rock gótico, punk y funk, por citas algunas de las trazas que contiene su collage, destartalado y coherente a la vez. Como un Frank Zappa de nuestro siglo, Pink toca todos los palos que puede desde una perspectiva irreverente y a veces feísta, desafiando constantemente las normas de lo estándar, lo «razonable». Pero de ese trance, y ahí reside para mi su talento, no solo suele salir indemne sino vencedor: lo mismo le da coquetear con el funk nuevaolero (‘White Freckles’, ‘Black Ballerina‘), que parodiar a una hard-rocker travesti a caballo de un doble bombo (‘Four Shadows’, ‘Goth Bomb’), que juguetear a hacer jingles de programas o productos imaginarios (‘Jell-o’, ‘Plastic Raincoats In The Pig Parade’; ambas coescritas junto al mítico Kim Fowley), que pintar de colores flúor una foto de los Beach Boys (‘Nude Beach A Go-Go’; sí, la misma que versiona Azealia Banks en su debut) o hacer de cuentacuentos musical (‘Exile On Frog Street’).
Podríamos afirmar sin dudas que estamos ante el disco definitivo de Pink, aunque no lo parezca de primeras. Y es que, cuando uno se enfrenta de inicio a los casi 70 minutos que duran los 17 cortes del álbum escuchado del tirón, la sensación más natural es que no ha sabido meter la tijera y que hay momentos en los que el interés decrece. El blues guarrete de ‘Sexual Athletics’, el baladón ‘Picture Me Gone
‘ o la loca carrera de estilos de ‘Dinosaur Carebears’ seguramente lucen más digeridos con esmero que en medio de un minutaje tan extenso. Sin embargo, las escuchas van dejando ver el atractivo dentro de cada pieza. Viendo la distribución de temas en su edición en doble vinilo, da la sensación de que se trata de un disco claramente indicado para degustar en ese formato, poco a poco, dando con mimo la vuelta a sus caras P, I, N y K.Lo más fácil es dejarse llevar por la sensación incómoda de esos momentos de mimado desconcierto, tan característicos de Ariel, que palidecen a priori al lado de otros más inmediatos y deslumbrantes. Y es que esos, no cabe duda, son los que al final uno acaba por tener como inevitables favoritos: momentos tan variopintos como ‘Lipstick’ (Roxy Music desde una perspectiva de serie Z), la urgente ‘Negativ Ed’ (New York Dolls meet Los Teleñecos), la apropiación de los mayores logros de The Sisters Of Mercy (por la vía radical de su amigo John Maus) en ‘Not Enough Violence’ (entre sus siempre delirantes letras, ese «Penetration time tonight, you’re fertilizer (on the body farm)» sin duda pasará a los anales) o los pulcros guiños a The Byrds de las preciosas ‘Put Your Number In My Phone‘ y ‘Dayzed Inn Daydreams’ enamoran rápidamente. Son las mejores armas de seducción para atraernos hacia una obra que con las escuchas se vuelve absorbente gracias al impresionante talento de Ariel Pink para resultar magnético y repulsivo a la vez, y en esa bipolaridad, en esa habilidad para hacer bonito lo feo y al revés, reside su magia.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Put Your Number In My Phone’, ‘Not Enough Violence’, ‘Lipstick’, ‘Dayzed Inn Daydrems’
Te gustará si te gustan: Roxy Music, The Sisters Of Mercy, New York Dolls y The Byrds, batidos y mezclados con un buen vodka y un cuartito de ansiolítico.
Escúchalo: Spotify.