Manos de topo / Caminitos del deseo

Es digno de celebrar que Manos de topo, el grupo que ha despertado los amorodios más furibundos de los últimos años, no desfallezca en publicar discos pese a los tiempos difíciles que corren. Incluso aunque sea por la siempre dura vía de la autoedición, como es el caso de este ‘Caminitos del deseo’. Tras publicar el que seguramente sea su disco más redondo hasta el momento, ‘Escapar con el anticiclón‘, el ex cuarteto (sumando las imprescindibles cuerdas de Sara Fontán, ya son oficialmente cinco) decidió dejar Sones y cargar a sus espaldas con toda la gestión que implica publicar y promocionar un nuevo lanzamiento. Una decisión cada vez más común (no solo es cosa de noveles, sino que veteranos como Sr. Chinarro, Fernando Alfaro, Nacho Vegas… se inclinan también por esa vía) que debería llevar a algún tipo de reflexión… en otro momento.

Porque ahora tratamos de ponderar lo artístico en ‘Caminitos del deseo’. En ese plano, Manos de topo, aunque sin renunciar a nuevos matices, siguen perfectamente fieles a su singular marca, marca que tiene en las letras y la voz cada vez menos polémica de Miguel Ángel Blanca, su bandera. ‘Bragas bandera‘, en su caso. Es difícil discernir si será porque él ha aprendido a ser más sobrio o que su histrión ya es casi como de la familia, pero su lloriqueo suena cada vez más confiado, entonando por momentos a modo de crooner. En lo musical, con Ramón Rodríguez (The New Raemon) una vez más como artífice de la grabación, ‘Caminitos del deseo’ lleva un paso más allá la teatralidad de los arreglos en un álbum que suena, en general, menos luminoso que sus obras anteriores, especialmente marcado por el ruido genuino, no invasivo, de las guitarras, unas cuerdas casi siempre tensas (‘Fantasmas de tus agujeros‘) y sintetizadores que se aproximan a lo gótico (preciosos en ‘Islas de luz’). Apenas queda espacio para la dulzura, tan bonita como equívoca en ‘Tus bombas del Liceo’ o en la fanfarria de ‘Democracias y desgracias’.

Pese a lo certero de temas como ‘Ingeniería nupcial‘, ‘Collar de macarrones‘ o ‘Bragas bandera’, es posible que ‘Caminitos del deseo’ sea el disco de Manos de topo que menos canciones memorables, desde un punto de vista meramente pop, nos deja para el recuerdo. Algo más antipático en su recta final que en su poderoso inicio, no es un álbum inmediato ni de ganchos claros. Sin embargo, esa dificultad para entrar en él obliga a un esfuerzo que, como suele ocurrir en ellos, hace que sus siempre fascinantes textos calen especialmente. Ese estilo de escritura, de frases aparentemente aleatorias, ora hirientes, ora lastimeras, en las que el amor y el odio se separan apenas por una coma, se consuma también en esta obra, con un discurso cada vez menos loser

, y más mezquino, resabiado. ¿Maduro? Nah… Es, en fin, una nueva oportunidad de zambullirse en una piscina de palabras repletas de humor (por encima de todo), rencor, sexo, culpabilidad, venganza, autocompasión, miedo, fanfarronería y miseria, en la que, de cada inmersión, saldremos enganchados a una frase genial, siempre con la duda de si será un salvavidas o un ancla que nos arrastre al fondo.

A medio camino entre lo híper y lo surrealista, sentencias e insinuaciones como «debajo de tu falda han invocado a Satán, dicen que en el Infierno no se está tan calentito»; «te ha vuelto a pasar, te has fumado sus colillas para robarle un par de besos y prometido amor eterno para follar sin hacer papeleos»; «camas calientes, uñas en la pizarra, disfrute las piedras de su riñón»; «me he dejado el bigote en el lugar equivocado, debajo del ombligo no oculta mis pecados»; «qué importa que tanto te quieran, si no cierra tu cicatriz»… quedan flotando en nuestra cabeza cuando se cierra una ‘Un último esfuerzo’ que, a su manera, alberga cierta esperanza en las relaciones personales, por «reconquistar la república popular de tu bajo vientre». Apuesto a que, llegados a este punto, buena parte de los numerosos detractores que cosecharon en sus inicios han ido, poco a poco, plegando a la idea de que en realidad Manos de topo es una de las mejores y más singulares bandas de su (nuestra) generación, una de esas que, muchos años después, seguirán conquistando nuevo público. Quizá no muy numeroso, pero seguro muy fiel. Aunque no sea su disco más brillante (probablemente, esté aún por llegar), ‘Caminitos del deseo’ es la rotunda consolidación de un estilo propio, algo al alcance de pocos (casi nadie) hoy día, y Manos de topo agrupan ya una de las discografías más fascinantes del pop nacional reciente.

Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Ingeniería nupcial’, ‘Collar de macarrones’, ‘Bragas bandera’, ‘Islas de luz’.
Te gustará si te gusta: La Estrella de David, El Niño Gusano, Pablo Und Destruktion.
Escúchalo: en su web, Spotify.

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Publicado por
Raúl Guillén