Ases Falsos / Conducción

La portada de ‘Juventud americana‘, primer disco de la banda chilena Ases Falsos, que fue elegido disco del año 2012 por Club Fonograma (publicación de referencia para el pop hecho en España y Latinoamérica), estaba protagonizada por una imagen retocada del célebre compositor e intérprete melódico Juan Gabriel. Lo que podría interpretarse como un mensaje ácido o irónico en un disco que tenía una fuerte carga sociopolítica, con letras muy influidas por las revueltas estudiantiles vividas en Chile en 2011, se transforma en toda una sincera declaración de intenciones, si nos ceñimos a los resultados de este ‘Conducción’. En lo comercial ya les ha dado buenos réditos: batió récords de descargas del sello Quemasucabeza (Gepe, Fakuta, Pedropiedra…) y han realizado una extensa y exitosa gira por México y su propio país, donde ha sido el segundo disco chileno más escuchado en Spotify en 2014.

Y es que el segundo disco de la banda que dio continuidad a los seminales Fother Muckers parece una especie de maridaje entre el indie pop contemporáneo y aquellos grandes cantantes melódicos que copaban las listas de éxitos a finales de los 70 y los 80 (a la lista encabezada por el productor fetiche de Rocío Durcal o Isabel Pantoja se podrían sumar nombres como Palito Ortega, Emmanuel, Sandro o Camilo Sesto). Trazando una línea temporal imaginaria que conecta a esos solistas con el revival funk que vivimos hoy día merced a artistas anglosajones como Blood Orange o Kindness, el quinteto se despoja de toda la carga kitsch y hortera que pudiera presuponerse al asunto con desparpajo, arreglos exuberantes y melodías brillantes, imperecederas. Salvando las distancias, recuerda un poco al ejercicio que en su día hicieron nuestros La Costa Brava buscando conectar el indie rock de los primeros 2000 con el yeyé de los 60.

Así, con su compositor y letrista principal, Cristóbal Briceño, absolutamente desmelenado en el plano interpretativo, ‘Plácidamente’, ‘Cae la cortina’, ‘Tora Bora’, ‘Mi ejército’, ‘Al borde del cañón’ o ‘Nada’ (que uno se imagina encajando perfectamente en el repertorio de un José Luis Rodríguez o un Luis Miguel) vuelan muy alto y marcan la vibrante tónica general del álbum. Y, haciendo algo de sombra a todas ellas, ‘Simetría’, una canción excelsa, de una emoción inmediata que, como la estructura de la canción y su letra, parte de un susurro, un pensamiento íntimo que se envuelve poco a poco en unos fantásticos arreglos de cuerda hasta convertirse en una rotunda, preciosa declaración de amor cantada a voz en grito. Una de las mejores canciones del año cuyo vídeo, además, presenta escenas de karaoke entre amigos, cantando esas grandes canciones que, pese a todo, pertenecen a la imaginería popular y nos unen (el clip se cierra con unas líneas de ‘Chiquita mía’, del salvadoreño Álvaro Torres).

Pero ‘Conducción’ no se queda ahí. Con una estructura circular, conectada a través de ‘Mantén la conducción’ y ‘Una estrella que se mueve’, dos variaciones (la primera, un homenaje a la canzone italiana; la segunda, más Nick Drake) de un exquisito arreglo de flauta al más puro estilo Joe Boyd, Ases Falsos despliegan más palos, estilos con los que dibujan un mapa musical aún más rico. Así, vamos topando con un muy disfrutable y clásico pop rock en el single ‘La gran curva‘ o en ‘Ivanka’, ecos 50s por la vía Weezer en ‘Búscate un lugar para ensayar’, el rock pseudo-sinfónico de ‘Yo no quiero volver’ o una estremecedora balada desnuda como ‘Niña por favor’. Es posible que les haya faltado algo de mesura al plantear el minutaje, pero todo en ‘Conducción’ guarda una asombrosa coherencia.

Y buena parte de la culpa de esto la tienen las letras de Briceño. Puede que por momentos sea demasiado naíf, puede que la masterización haga que su dicción resulte algo confusa… pero no hay duda de que sus textos tienen algo especial. En las antípodas del brillo que desprenden las canciones, este álbum deja un ineludible poso de amargura. «Habrá tiempo para hablar de la confrontación, antes vamos a sondear la gruta personal», oímos cantar al principio del álbum. Introspectivo, Briceño se detiene en la depresión, la soledad, la imposibilidad del buen fin del amor o la naturaleza vil del hombre, con buenas dosis de cinismo ocultas tras su invitación al baile y un incierto romanticismo. Si ‘Juventud americana’ se encendía con la euforia del sentimiento revolucionario y la lucha por el bien común, en ‘Conducción’ nos encontramos ante un autor decepcionado por la realidad, consciente de que esa unidad es tristemente ilusoria, de que estamos solos.

‘Conducción’ es imperfecto en algunos aspectos pero sin duda pesa más el brillo melódico que la banda chilena despliega y que requiere oyentes desprejuiciados, que aún guarden cierto cariño a la canción melódica que hace dos o tres décadas copaba las FMs de todo el mundo. Y también, que sean capaces de asimilar que esa pátina amable esconde mensajes ácidos. No cabe duda de que el incansable Cristóbal (este año, además de este álbum, ha publicado dos discos en solitario, además de un EP de Los Mil Jinetes) y sus cómplices se han ganado con esta obra el crédito para ser tomados muy en serio a ambos lados del Atlántico. Ojalá que editores y promotores de por aquí tomen pronto nota.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Simetría’, ‘La gran curva’, ‘Niña por favor’, ‘Nada’.
Te gustará si te gustan: una mezcla tan atípica como Weezer, Blood Orange… y Juan Gabriel.
Escúchalo: Youtube, Spotify.

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Publicado por
Raúl Guillén
Tags: ases falsos