El éxito de su tema ‘Untitled (How Does It Feel)’, sobre todo gracias a su sugerente videoclip dirigido por Paul Hunter, aparte de ayudarle a construir una carrera más allá de los artículos especializados en el género, colocó al artista en una posición de sex symbol que le ha atormentado durante estos 15 años de ausencia, llegando a admitir sus amigos más cercanos que de saber la repercusión que iba a tener el clip, posiblemente no lo habría hecho. Después de aquello comenzaron las interminables sesiones de grabación, los rumores, los discos que nunca llegaban y el artista en medio de una espiral de autodestrucción que le apartaba del mundo, incluyendo problemas con las drogas y el alcohol, detenciones policiales, accidentes de tráfico y encierros en el estudio intentando terminar un nuevo álbum él solo, grabando y produciendo todo él.
Curiosamente la muerte de Amy Winehouse juega un papel importante en su regreso a la actividad musical. Amy había entablado una gran amistad con Questlove de The Roots, uno de los grandes amigos de confianza de D’Angelo. La muerte de la británica fue el detonante definitivo para que D’Angelo pusiera fin al proceso que había iniciado una década antes, cuando su amigo le suplicó que no siguiera el camino de toda la gente que admiraba y que conducía a la muerte.
Esto pasaba en 2011, y el cambio de actitud le sirvió al artista para retomar las canciones en las que llevaba trabajando desde hacía mucho tiempo y que ahora dan forma a este ‘Black Messiah’. Es en esa época cuando entran los músicos Pino Palladino, James Gadson y Questlove en las sesiones, y el disco comienza a cobrar forma. Casi al mismo tiempo el artista realiza una pequeña gira por Europa, en lo que se ve como un movimiento claro de que está de nuevo en marcha. Aunque aún quedan 3 años en una espera que acabó el pasado 15 de diciembre.
Toda esta contextualización es casi tan importante como el hecho de que el álbum se haya publicado, por expreso deseo del artista, en un momento agitado en la sociedad norteamericana, donde aún se viven momentos de racismo considerables. A pesar de todo, en la fiesta de presentación, y a través de una nota, el músico ya aclaró que ese «Mesías» al que hace mención en el título no tiene nada que ver con la figura bíblica, sino con el poder de cada individuo de guiar al pueblo, de ser un ejemplo. Pese a esta explicación, es innegable el tono político de algunos pasajes del disco, incluso desde su portada. ‘Ain’t That Easy’, ‘The Charade’ y sobre todo ‘1000 Deaths’ son todo agitación sonora y política, esta última irrespirable en su construcción, casi ahogando la voz del artista. ‘Sugah Daddy’, con sus vientos atropellados, cierra una primera parte que deja sensación de jam session, de que cualquier cosa puede pasar.
Pero a medida que avanza el tracklist, vamos descubriendo a un artista entregado y calmado. Con ‘Really Love’ se inicia un álbum mucho más abierto. La melodía es perfecta y la guitarra española que lleva todo el peso, junto a la percusión y a la voz de D’Angelo, encajan perfectamente. No es de extrañar que este sea el primer sencillo. En el resto se mezcla el jazz (‘Betray My Heart’) con el blues (‘The Door’) de manera impecable siempre sin que se pierda un ápice de la personalidad innegable del artista, con contados toques políticos (‘Till It’s Gone (Tutu))’; y desembocando en el impecable número final con la inmensa ‘Another Life’.
Y cuando termina a uno le empiezan a salir nombres en la cabeza… junto a la sensación de que es este un disco casi inabarcable en todos sus matices. El nombre de Prince es probablemente la influencia más accesible y más inmediata. De hecho, este es el álbum que debería haber publicado el de Minneapolis hace mucho tiempo. Pero obviamente a este ‘Black Messiah’ se le nota su recorrido. En cada escucha se descubren nuevos detalles, se puede apreciar cada uno de los remates que han sido cuidadosamente ejecutados con los años. Todo parece encajar perfectamente, desde el principio agitado hasta ese final épico. Nada parece sobrar.
Es esta, por tanto, una obra de orfebrería, un recorrido maravilloso por toda la historia de la música negra, pero también un acto que se antoja natural y necesario. 15 años no son nada cuando uno se enfrenta a una obra que lleva escrita la palabra clásico en cada uno de sus cortes. Pocas veces nos encontramos con un disco tan claramente memorable como este, que tiene tantas opciones de convertirse una vez más en un punto de inflexión en la carrera de un artista, en una referencia de todo un género y en un ejercicio destinado a ser en el que otros artistas tengan que mirarse (saludos a Justin Timberlake). Ahora solo falta que Lauryn Hill nos sorprenda un día de estos y que su espera también haya valido la pena.
Calificación: 8,8/10
Lo mejor: ‘Sugah Daddy’, ‘Another Life’, ‘Really Love’, ‘Betray My Heart’, ‘1000 Deaths’
Te gustará si te gusta: Frank Ocean, Al Green, Marvin Gaye, Saul Williams y el Prince de los primeros años.
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