Y es que ‘Big Hero 6’ no es una fusión de universos disneyanos y marvelianos. ‘Big Hero 6’ es puro Disney. Si el cómic fue un intento de Marvel por asimilar las claves estéticas y narrativas del manga, su adaptación es el resultado de hacer una bola con esa hibridación y, como el chucho del excelente corto que acompaña a la película, devorarla. De hecho, lo peor de la cinta dirigida por Chris Williams (‘Bolt’) y Don Hall (‘Winnie the Pooh’) es precisamente su carga marveliana. La historia de iniciación superheroica resulta más rutinaria que ver cada Navidad a los hobbits de Peter Jackson. Es lo que más se echa en falta en esta nueva superproducción de Disney: un guión a la altura de su nivel de animación (sobresaliente) y del personaje de Baymax (la razón de ser de la película).
Porque si la trama es anoréxica y formularia, visualmente ‘Big Hero 6’ es tan sorprendente y exuberante como el achuchable robot protagonista. Los escenarios, una afortunada y muy popera mezcla de San Francisco y Tokio (San Fransokyo), son fabulosos. Los personajes poseen una riqueza de detalles gestuales asombrosa; incluido el robot, que no puede expresar más con menos. Y el ritmo es perfecto, sin esa querencia por la aceleración descontrolada que suele acabar arruinando muchas películas de animación actuales.
Pero, sin duda, lo que más destaca de ‘Big Hero 6’ (además de la espantosa canción de Sweet California) es Baymax, el robot enfermero. Este nuevo icono de la animación, mezcla del espíritu de Wall-E y las generosas formas de Michelín, no solo es capaz de expresar multitud de emociones a pesar de su minimalista diseño, sino que es una bomba cómica, un extraordinario generador de gags visuales que, en un año con tan pocas comedias reseñables, hacen de ‘Big Hero 6’ la película más divertida de la temporada. 7,5.