Sorprende mucho más esta desgana dado el cierto paralelismo que existe entre la obra de Margaret Keane y la del propio Burton, ambos cuestionados sobre si sus creaciones son o no arte verdadero y, a la vez, ambos amados por las masas. Cabría creer que esa conexión sentimental con el personaje real que retrata es lo que ha matado la creatividad del director, pero sabemos que no. Ahí está ‘Ed Wood’ para demostrarlo.
De hecho, aquel biopic del «peor director de cine de todos los tiempos» no solo permanece como una de las obras cumbre de la filmografía de Burton, sino también de todo el equipo artístico que participó en su rodaje y que, en parte, repite en esta película. Gente como los guionistas Scott Alexander y Larry Karaszewski, que no han sabido encontrar un punto de vista adecuado para contar esta historia sin caer en el telefilm victimista (con su correspondiente explicación escrita final incluida); o incluso Danny Elfman, que no está especialmente lúcido con la banda sonora.
Lana del Rey, sin embargo, se ha ganado su nominación a la Mejor Canción en los Globos de Oro (y seguramente en los Oscar). Cuando suena su voz es una de las pocas veces que los protagonistas a los que dan vida Amy Adams y un especialmente irritante Christoph Waltz transmiten alguna emoción. La única vez que te los crees. El resto del tiempo no existe paleta de colores vivos en este mundo capaz de disimular la falta de dimensión y de pretensión del cuadro. Y es que ‘Big Eyes’, más que a lienzo recién pintado, huele a copia de imprenta en serie. 4.