2. Crean tendencia: Y todos los que vienen detrás la siguen. Bafta, Screen Actors Guild, Film Independent Spirit, Critics’ Choice… Las mismas películas, los mismos actores. Cuando llegan los Oscar es como el que sigue una moda dos años después de que haya pasado, como alguien utilizando la palabra hipster en 2015. A buenas horas…
3. Son menos previsibles: Los Globos de Oro son como una película de género llena de convenciones y fórmulas inamovibles dirigida por un director con talento capaz de retorcerlas de forma más o menos sorprendente. Los Oscar, en cambio, son su remake hollywoodiense. Hay más brillo, más ruido y más estrellas, pero todos sabemos quién es el asesino y cómo lo van a pillar.
4. No hay categorías técnicas: Para eso ya está la categoría de Mejor película, ¿no? Para que la peluquera, el fotógrafo y los quince de Montaje de sonido (que nadie sabe diferenciar de la categoría Sonido, a secas) se sientan reconocidos sin tener que agradecerlo en público. Tampoco hay tropecientos cortos nominados que solo interesan a los familiares de sus directores (o a España, cuando nominan a un español).
5. Hay series: Esta no es que sea una razón de peso, es que su tamaño es tal que es capaz de aplastar el Dolby Theatre con las 3.400 butacas dentro. Los Globos de Oro son la síntesis perfecta del universo de los galardones, la ecuación metafísica de las celebraciones, la unión de Emmy y Oscar en una sola entrega de premios. Bravo.
6. Hay comedias: ¡Y musicales! En un mundo tristón, lleno de intensos y largos dramas oscarizables, los Globos de Oro se alzan como una pedorreta en medio de tantos violines. Se premian despiporres como ‘Resacón en Las Vegas’, se nominan joyas como ‘Borat’, ‘¡Olvídate de mí!’ o ‘La boda de mi mejor amiga
‘, y se tienen en cuenta hasta comedias involuntarias como ‘Burlesque’ o ‘The Tourist’.7. Eligen los críticos: Los Globos de oro son elegidos por los críticos de la prensa extranjera en Hollywood. Esto, que ya de por sí queda raro, tiene dos consecuencias muy a tener en cuenta: una, los críticos saben más de cine que el 90% de los actores que votan en los Oscar; y dos, los críticos son más sobornables que el 90% de los actores que votan en los Oscar. Lo segundo resta credibilidad (tampoco es que los Oscar tengan mucha) pero añade diversión. ¿Quienes habrán repartido este año entradas para un concierto de Cher, los de ‘St. Vincent’?
8. Ricky Gervais los ha presentado: Solo los tres años seguidos que Ricky Gervais presentó la ceremonia de los Globos de Oro valen más que las 86 galas de los Oscar juntas. Amy Poehler y Tina Fey no están mal (sobre todo la primera), pero se acercan mucho más al tono complaciente de los «premios de la Academia». Aunque eso sí, si entre medias Will Ferrell y Kristen Wiig presentan un premio, mejor que mejor.
9. No hay un guión aprobado: A diferencia de los Oscar, donde los responsables del show obtienen una copia del guión antes de la celebración, pudiendo retocarlo o censurarlo a voluntad, en los Globos de Oro nadie sabe lo que los presentadores van a decir ni hacer. Consecuencia: una gala dispersa pero con sorpresas inesperadas.
10. Los nominados van pedo: Esto sí es una fiesta, y no los Oscar, donde parece que están todos en la ópera. Actores y directores sentados en plan café-teatro, charlando, criticando y, sobre todo, pimplando Moët & Chandon. Los actores recogen los premios pronunciando discursos etílicos e ininteligibles y solo miran lo que pasa en el escenario cuando oyen pronunciar su nombre. And the Golden Globe goes to…