Chapelier Fou / Deltas

Sin hacer nada de ruido, sin apenas llamar la atención, Louis Warynski lleva ya tres álbumes (todos publicados por Ici d’ailleurs -hogar de Matt Elliott o del primer Yann Tiersen-) bajo el nombre de Chapelier Fou.

Puede que, en algún momento, estos trabajos sean justamente reivindicados por aparecer en alguna peli o porque a algún productor de hip-hop famosete le dé por samplearlos. O, por contra, puede que se quede para siempre como un artista minoritario francés, que durante unos años sacó periódicamente unos discos repletos de canciones bonitas para disfrute de unos pocos.

En el tercero de esos discos, este ‘Deltas’, Chapelier Fou nos ofrece otra recarga de sonidos juguetones y melodías evocadoras. Es decir, justo lo que se espera de él. Y ese, precisamente, es su único problema: la falta de sorpresa, la sensación de que, pese a su belleza, las canciones no aportan nada nuevo con respecto a lo que ya conocemos a través de álbumes anteriores.

Este exceso de continuismo ya era algo de lo que adolecía en parte el ligeramente más minimalista ‘Invisible‘, pero en este caso se hace más patente tanto en los requiebros electroacúsicos habituales (muy destacables en ‘i_o’ o en ‘Pentogan 3.14’) como en el mismo tipo de composiciones (‘Polish Lullaby’ o ‘La guerre des nombres’, tan bonitas como identificables). Sin ir más lejos, creo que a un aficionado a Chapelier Fou le costaría adivinar a la primera a qué disco pertenece ‘Grand Arctica’.

Por eso, a esa sensación de «déjà vu» no le favorece demasiado que se repita la colaboración de Gérald Kurdian (This Is The Hello Monster!) en la única pista no instrumental del disco (‘Ticking Time’).

Por otro lado, hay momentos deudores de los cortes más eufóricos de ‘613‘, como ‘Triads for Two’ o el single ‘Tea Tea Tea’, aunque este último con el añadido de ciertos detalles orientales (a la manera de aquellas referencias balcánicas en aquel simpático verso suelto que supuso el EP ‘Al Abama’). Junto a los pespuntes psicodélicos y levemente progresivos en los cortes inicial -‘Pluisme’- y final -‘Carlotta Valdes’-, suponen lo más inesperado de un disco en el que Louis Warynski deja clarísima su capacidad para ampliar su apabullante repertorio pero empieza a necesitar un golpe de efecto, un proyecto más allá del de redondear su estilo, para ilusionarnos y emocionarnos como lo hizo la primera vez.

Calificación: 7,2/10
Lo mejor: ‘Tea Tea Tea’, ‘i_o’, ‘Triads for Two’, ‘Polish Lullaby’
Te gustará si te gusta: Yann Tiersen, René Aubry, Mark Mothersbaugh
Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Carlos Úbeda