Paradójicamente, pese a enfundarse esta máscara para crecer como artista, Tillman dedica todo este álbum a narrar muy explícitamente su relación con su esposa, la fotógrafa y directora de cine Emma Elizabeth Tillman. Contando con el beneplácito de esta, el norteamericano crea un relato casi cronológico de su historia de amor y cómo esta le afectó en lo personal y en lo creativo. Ante lo caótico que resulta su (muy extenso y divertido, por otra parte) texto promocional sobre el disco, basta echar un vistazo a las letras del disco para conocer de primera mano cómo Joshua invitó a Emma a tomar algo al encontrársela casualmente en el aparcamiento de una tienda de ultramarinos del californiano Laurel Canyon, tras un anterior encuentro en el que no surgió la chispa; y cómo, a partir de ahí, ambos se enamoraron locamente para rápidamente casarse, desintoxicarse de sus malos hábitos, mudarse a Nueva Orleans y no separarse nunca más, bajo ninguna circunstancia.
En sus fantásticas, imperdibles letras, Tillman desnuda todo ese recorrido de forma hiperreal, huyendo de clichés y de figuras excesivamente edulcoradas (o alternándolas con los momentos de amargura, al menos). Su título «Te amo, Osito» no es irónico, pero sí engaña, porque retrata con diáfana sinceridad su enamoramiento sin despreciar la angustiosa dependencia física, las dudas respecto a transformarse o transformar a la otra persona, el abismo de la inseguridad o la confortable sensación de estar totalmente a salvo al lado de esa persona cuando todo se desmorona alrededor. Así, consigue plasmar ese tifón emocional, sus glorias y sus miserias (sobre todo, sus glorias) y darle, como en las grandes novelas norteamericanas, un carácter universal. Y, de paso, no pierde la oportunidad de mandar recaditos aquí y allá a la distópica sociedad occidental, con pullas sobre religión, alienación y pobreza económica y moral. La más específica es la sobresaliente ‘Bored In The USA’, una canción que afea el estilo de vida de la clase media norteamericana. Su directa y ácida letra tiene tantos recovecos que casi merece una tesis en la que cabrían Springsteen, Schopenhauer y la deuda financiera a la que se ven abocados hoy los jóvenes universitarios.
Y Father John Misty crece en más sentidos. De nuevo junto al magnífico Jonathan Wilson en la producción y dejando cada vez más de lado sus facetas folk y country, Tillman crea un heterodoxo muro de sonido con coros, arreglos orquestales, mariachi, jazz, soul, rhythm and blues y hasta algún ramalazo electrónico ocasional. Un conjunto de fabulosas canciones que, aunque no esconde la herencia de Harry Nilsson, Scott Walker o Randy Newman, Josh hace suyas mostrándose, más que nunca, como un cantante notable, sacando su faceta más negra. ‘I Love You, Honeybear’ tiene momentos vibrantes como ‘The Ideal Husband’ o la sorprendente (¡y bailable!) ‘True Affection’. Pero, sobre todo, está repleto de instantes conmovedores, de sinceridad y pasión desbordantes, como la propia ‘I Love You, Honeybear’, ‘Chateau Lobby #4 (In C For Two Virgins)‘ (siendo Josh y Emma esos dos vírgenes en el amor), ‘Where You’re Smiling And Astride Me’, ‘Holy Shit’ o ‘I Went To The Store That Day’, que cierra el álbum recordando el día en que se conoció la pareja y proyectando, a la vez, su futuro. Una obra así, bella (lo cual incluye su fantástico arte, realizado por la fabulosa Stacey Rozich), exquisita, honesta y valiente, tiene que estar en el altar de cualquier que haya conocido el verdadero amor o aspire a hacerlo.
Calificación: 8,6/10
Lo mejor: ‘Bored In The USA, ‘Chateau Lobby #4 (In C For TWo Virgins)’, ‘I Went To The Store One Day’, ‘I Love You, Honeybear’
Te gustará si: estuviste enamorado, lo estás o quieres volver a estarlo.
Escúchalo: Spotify; si eres un poco freak, prueba con la versión MIDI.