Ahora hace casi un año del lanzamiento de ‘Hendra’. ¿Qué te hizo retomar la idea de hacer un disco en solitario después de más de treinta años?
La idea supongo que siempre estuvo en mi cabeza. Sabía que tenía el potencial de una carrera en solitario cuando era joven, pero luego elegí parar deliberadamente y tocar con Tracey como Everything But The Girl. Y bueno, yo pensaba que eso duraría unos tres meses y acabó durando unos veinte años, así que figúrate. Fue una distracción bastante importante. Después empecé a interesarme por la música electrónica, la música sin letras, y la escena de clubs y pistas de baile. Pero entonces, creo que hace como unos tres o cuatro años, empecé a cambiar de opinión y me di cuenta de que quería volver a las letras, a las palabras, y a la música, a tocar por mi cuenta. Y dejar de llevar un sello, viajar todos los fines de semana a pinchar en sitios, esas cosas. Así que todo empezó a tomar forma poco a poco: lo primero que hice fue escribir un libro sobre mis padres, y después mi hermana murió a finales de 2012. Eso fue un verdadero catalizador de la mayoría de las canciones de ‘Hendra’. Finalmente, ya en 2013, me di cuenta de que estaba haciendo eso que había estado latente en mi cabeza desde hacía tanto tiempo.
¿Te sientes muy distinto a la persona de 19 años que escribió y grabó ‘North Marine Drive’ en 1983?
Bueno, obviamente es muy distinto tener 52 que tener 19, las experiencias de la vida te transforman en alguien diferente, especialmente si has tenido algunas experiencias dramáticas, como mi enfermedad, o la muerte de seres queridos… pero hay similitudes también, y veo en mí al mismo chico vivaz, ¿sabes? Con ese deseo de encontrar un lugar entre el folk, el rock, la palabra cantada, y hacer algo que la gente encuentre relevante, interesante. Ser capaz de hablarle a la gente en un estilo directo.
Es muy interesante que digas eso, porque precisamente las letras de ‘Hendra’ me resultan muy prosaicas (en el sentido literario). Son directas, no tratan de despistar o embellecerse con figuras retóricas. A veces suenan como si fuesen un texto de prosa, que trata de establecer un diálogo con el oyente.
Creo que has usado una palabra muy acertada, «diálogo». No creo que las letras de una canción sean poesía, creo que están ahí para conectar con la gente, para establecer la narración. Y tienes un espacio muy limitado para conectar de manera vívida, no tienes mucho tiempo, apenas tres estrofas y un par de estribillos. Así que me esfuerzo por tratar de hacer letras lo más vívidas posible, algo que impacte en el oyente. Que cada palabra cuente.
A nivel musical, ¿podrías hablarme de la libertad que te dan las afinaciones abiertas de las guitarras, con las que has experimentado en ‘Hendra’?
Si miras mi trayectoria como músico, en EBTG o incluso como DJ, a menudo lo que me inspira es el descubrimiento de una nueva tecnología. Componer con guitarras, con sintetizadores, con cajas de ritmo, componer con platos de DJ, componer con samplers, trabajar con orquestas… todo eso son distintas «tecnologías» con las que puedes hacer música. Y en mi caso, a menudo los discos han surgido tras el descubrimiento por mi parte de una de estas tecnologías. Así que descubrir distintas formas de afinar la guitarra es como contar con una nueva paleta de colores. Algunas de esas afinaciones son bastante extremas, y me ayudaron a reabrir la puerta y volver a componer.
Has descrito ‘Hendra’ como un disco de folk rock, pero tiene momentos muy distintos, como en las canciones ‘Forget’ o ‘Nathaniel’, que tienen un brillante lado pop. ¿Ibas buscando conscientemente ese tipo de ganchos melódicos?
Supongo que es la forma en la que compongo. No lo analizo mucho. De todas formas el mejor folk rock tiene grandes canciones. Y es lo que intentaba hacer, componer canciones buenas. Además, el sonido de la banda tiene mucho que ver, un sonido seco, honesto.
‘Young Man’s Game’ describe la sensación de no estar en el sitio que te corresponde, de sentir que con 50 años quizá una cabina de DJ ya no es donde te apetece estar. ¿Has dejado de pinchar completamente?
Sí, lo he dejado completamente. No sé si será para siempre, porque nunca sé qué estaré haciendo dentro de seis meses. Dejo que el futuro llegue y entonces actúo. De momento estoy intentando escribir. Más canciones, y quizá otro libro. Pero es fácil decir estas cosas, luego necesitas tener inspiración, y que funcione. Y si no ocurre, pues tienes que cambiar de plan y hacer otra cosa.
Así que podría haber otro disco en solitario…
No lo puedo decir. Estoy intentando escribir otro puñado de canciones, y me gustaría seguir tocando, disfruté mucho haciéndolo el año pasado. Pero no se pueden forzar estas cosas, hay que dejar que lleguen de forma natural.
Para los fans que quieran acercarse a tus conciertos en España de esta semana, ¿cómo has planteado el show? ¿Será diferente cuando vuelvas para el Primavera Sound?
Tocamos como trío, dos guitarras y batería. Es un formato algo inusual. Bernard Butler y yo a la guitarra, y luego un baterista/percusionista. Es posible que para el festival traigamos un cuarto músico, pero todavía no lo he decidido.
¿Te sientes cómodo tocando estas canciones en ruidosos festivales?
Sí, creo que sí. El año pasado tocamos en Summer Sonic, en Japón, un festival enorme, y estuvo muy bien. La verdad es que no cambio lo que hago, mantengo ese mismo tipo de show directo y desnudo. A veces pienso que no tiene sentido intentar competir con las grandes bandas de rock, tienes que hacer lo que tú haces. Como Richie Havens en Woodstock, ¿sabes? Salir en medio del escenario y hacer algo diferente.
Los diseños que iwantdesign hace para tus discos y los de Tracey, para tu sello en general, son absolutamente magníficos. ¿Cuál es el origen de esta colaboración tan fructífera?
Conocí a John, el jefe de iwantdesign, hace unos trece años, en los tiempos de Cherry Jam y Neighbourhood. Eran dos clubs que yo llevaba en Londres junto a otra gente, y necesitábamos alguien para hacernos el diseño de flyers, menús, posters, esas cosas. Alguien nos presentó a John, empezó a trabajar con nosotros, y lo que hacía me pareció magnífico. Y empezamos a tener una estupenda relación, así que seguimos trabajando juntos para los discos de Buzzin’ Fly, los de Tracey… y ahora el mío.
«Queremos hacer cosas que sean relevantes ahora, pero por desgracia si nos convertimos en EBTG la gente automáticamente querrá que volvamos al pasado»
Es inevitable preguntarte por Everything But The Girl, aunque ya habéis dejado claro muchas veces antes que no os planteais reuniros. Pero hace un rato comentabas que en realidad no haces planes para más de seis meses, así que… quién sabe, ¿no?
Creo que en este momento no, pero en el futuro es posible. Pero también tienes que entender que Tracey y yo hemos creado cosas nuevas, contemporáneas, en nuestras respectivas carreras. Tracey escribe, ha hecho discos en solitario, hace su columna en el New Statesman, acaba de terminar la música de una película… Yo he escrito un libro que fue nominado para un premio, he hecho ‘Hendra’… tenemos nuevas carreras. Y es muy importante para nosotros. Es muy fácil ser un grupo antiguo, pero nosotros no queremos serlo. Queremos hacer cosas que sean relevantes ahora, pero por desgracia si nos convertimos en EBTG la gente automáticamente querrá que volvamos al pasado, que hagamos las canciones antiguas… y realmente no queremos volver a hacer todo ese material antiguo. ¿Tiene sentido lo que digo?
Absolutamente. Gracias por tanta sinceridad, creo que cualquiera que os admire como artistas respetará esa postura. En cualquier caso, seguís tocando juntos. El single de canciones de Molly Drake que hizo Tracey el año pasado es una muestra perfecta de vosotros dos a dúo, haciendo algo precioso, pero simplemente no llamándoos Everything But The Girl.
¡Exactamente! Seguimos tocando juntos, simplemente no tiene el mismo nombre.