Octave Minds / Octave Minds

Jason Beck (Chilly Gonzales) y Alexander Ridha (Boys Noize) forman una pareja, cuanto menos, peculiar. La reputación del primero está fuera de toda duda tanto como agente provocador, como compositor y productor o como instrumentista e intérprete. Gonzales se ha ganado el respeto de raperos sensibles, críticos sesudos, estudiantes de conservatorio o artistas consagrados. En cambio, y pese a haber remezclado a la flor y nata del pop contemporáneo, el predicamento de Boys Noize se reduce a la escena electro house. La misma escena -siempre cuestionada- de Skrillex o Steve Aoki.

Sin embargo, no es difícil establecer conexiones entre ambos: desde la vinculación mutua a la electrónica berlinesa -con Tiga como amigo en común- a las colaboraciones con Daft Punk o diversas producciones de hip-hop. De hecho, en 2008, Boys Noize ya remezcló ‘Working Together’ de Gonzales en un precedente de este proyecto.

Un proyecto que, por curioso que parezca, consigue ahondar en lo común y, al mismo tiempo, sonar a ambos. Es decir, no es un disco de Gonzales remezclado por Boys Noize ni tampoco es un álbum de Boys Noize basado en samples de Gonzales. ‘Octave Minds’ tiene tanto delicados paisajes a piano como subidones de electrónica desatada. Alta y baja cultura pop se dan la mano y, la verdad, no parecen estar tan lejos. Una prueba de ello sería ‘Royalty’, uno de los mejores temas, que se sitúa a medio camino entre el dubstep algo macarra con que Boys Noize está familiarizado y la épica orquestal que Gonzales explotó en ‘The Unspeakable Chilly Gonzales’.

Pero en este esfuerzo por unir referencias dispares surgen encuentros de lo más interesantes que, lejos de ofrecer algo nuevo, recuerdan a otras cosas desde una perspectiva diferente. Por ejemplo, la mezcla de piano y otros instrumentos con electrónica produce algo muy próximo al pop electroacústico actual. Ni ‘Anthem’ ni ‘Projectionist’ desentonarían en un disco de Chapelier Fou

. De la misma manera, el synthpop próximo a Chromatics de ‘Initials KK’ parece totalmente apto para una secuela de ‘Drive’.

Entre lo que los vincula, una de las referencias más claras es Daft Punk y a ellos remiten en ‘Together’ y ‘Done Deal’. Eso sí, mientras que en la primera se explota el lado funkie y sedoso de un ‘Get Lucky’, en la segunda se va por la vía eufórica de un ‘Contact’. Pero lejos de tirar de ellas como singles con cierto gancho, la canción elegida como adelanto para anunciar el disco fue ‘In Silence’. Algo un tanto sorprendente porque no refleja del todo el sonido del disco, siendo un corte más delicado y experimental, con un toque neo-soul que podría relacionarse con Pional o James Blake. Y eso que quizá la única relación real con Blake es que su buen amigo Chance the Rapper es el protagonista del único tema no instrumental, el divertido ‘Tap Dance’.

Aparte, Octave Minds utilizan las piezas más ambientales como estructura: las dos partes de ‘Symmetry Slice’ abren y cierran el disco y la breve y casi new-age ‘Om’ sirve de interludio. Todas ellas conforman un trabajo totalmente reivindicable donde el mayor pero puede estar en el sonido, en la línea de las producciones de Boys Noize. Preparaos los sensibles al volumen alto, la reducción del rango dinámico y todas esas cosas tan de nuestro tiempo. Pero bueno, en cierta manera es parte de su encanto.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Royalty’, ‘Initials KK’, ‘Anthem’, ‘Projectionist’, ‘Done Deal’
Te gustará si te gusta: Daft Punk, Chapelier Fou
Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Carlos Úbeda
Tags: octave minds