La lista de artistas con más condecoraciones resulta bastante surrealista teniendo en cuenta que Robbie Williams la encabeza hasta en 17 ocasiones (5 de las cuales consiguió mientras estaba en las filas de Take That, los segundos más laureados durante su historia con 8 en total, al igual que Annie Lennox y Coldplay). Pero los Brits son mucho más que eso y siempre han sido sinónimo de alcoholismo, incorrección política, broncas en directo y actuaciones que, ni en nuestros mejores sueños, podrían verse en su homólogo estadounidense.
El hecho de que los propios internautas puedan decidir en varias de las categorías, ya hace todo diferente a los Grammys. Está claro que el que más amigos, familiares y fans movilice será el que se llevará el gato al agua. Aunque agua, lo que se dice agua, no es lo que suelen beber las celebrities invitadas a esta gala, ya que las botellas de champagne y las cervezas corren con más velocidad por las mesas que en los Globos de Oro. Y si no que lo pregunten a Alex Turner cuando ganó ‘AM’ o al imberbe de Harry Styles de One Direction, que también el pasado año no tuvo mejor idea que evacuar la vejiga mientras sus compañeros ya estaban sobre el escenario recibiendo el Global Success Award (al final lo pudo remediar y llegó in extremis).
Pero como decimos, las broncas y las polémicas siempre han hecho de los Brits un producto televisivo digno de ser retransmitido por Mediaset. La guerra alimentada por el New Musical Express entre Oasis y Blur tuvo uno de sus momentos cumbre cuando Liam Gallagher al recoger el premio a la Mejor Banda Británica en 1996 aprovechó que le veían millones de personas para reformular ‘Parklife’ como ‘Shite-Life’. Aunque Liam, como buen metemierda crónico que es, también ha tenido percances con Mel C de las Spice Girls (días antes de la gala de 1997 afirmó a los medios que no iría porque si se encontraba con ellas les iba a dar un guantazo y la chandalera, por supuesto, se defendió en directo eclipsada por el icónico vestido de la Union Jack que lució aquella noche Geri Halliwell) y con el propio Williams, que aceptó darse de ostias con él delante de las cámaras en el año 2000 aprovechando su discurso de agradecimiento al Mejor Vídeo por ‘She’s The One’.
El dedo faltón que Adele dedicó a los presentes en 2012 cuando literalmente la echaron del escenario porque se estaba enrollando como una persiana o la hilarante campaña que la difunta Amy Winehouse hizo en contra de Dido en 2004 por las calles de Londres (debajo el vídeo de ese surrealista momentazo) serían del todo impensables en el marco de los Grammys. Del mismo modo que actuaciones tan indescriptibles como las que The KLF ofrecieron junto a Extreme Noise Terror en 1992 o esa versión deconstruida del ‘Satisfaction’ que Björk y PJ Harvey protagonizaron cuatro años más tarde.
En definitiva, los Brits pueden resultar mucho más entretenidos e impredecibles que cualquier gala de su naturaleza. ¡Incluso más que las de la MTV! Los corrosivos chistes que Russell Brand realizó como maestro de ceremonias en 2007 (destilando la misma mala uva que Ricky Gervais en los Globos de Oro) son difíciles de superar, así como todas las discusiones y momentos delirantes como el protagonizado por Jarvis Cocker en 1996 cuando se vino arriba, imaginamos que por unas copas de más, y se coló literalmente en medio de la actuación de Michael Jackson mientras entonaba ‘Earth Song’. Ya tenemos el bol de palomitas preparado para dentro de unas horas a la expectativa de saber quién encabezará todos los titulares mañana por la mañana.