Robin Thicke y Pharrell, una batalla perdida… para el plagio

La pesadilla de ‘Blurred Lines’ llega a su fin. Finalmente, Robin Thicke y el productor Pharrell Williams han sido condenados por un tribunal federal de Los Ángeles por plagio y deberán pagar a los hijos de Marvin Gaye la friolera suma de 7,4 millones de dólares. Thicke, Williams y T.I. han publicado el siguiente comunicado: «aunque respetamos el proceso judicial estamos extremadamente decepcionados con la decisión tomada hoy y la cual establece un horrible precedente para la música y el desarrollo de la creatividad. ‘Blurred Lines’ fue creada desde el corazón y las mentes de Pharrell, Robin y T.I. y no fue robada a nadie o de ningún sitio. Estamos revisando esta decisión y considerando opciones. Oiréis más de nosotros pronto en relación a este asunto».

A la espera de que recurran, el parecido de ‘Blurred Lines’ con el clásico de Gaye ‘Got to Give It Up’ fue evidente desde el primer momento. Durante la promoción del tema, Thicke aseguró que ‘Got to Give It Up’ había sido la inspiración del tema. «Pharrell y yo estábamos en el estudio y yo le dije que una de mis canciones favoritas de todos los tiempos era ‘Got to Give It Up’. Le dije «maldita sea, tenemos que hacer algo como eso, algo con ese ‘groove'». Entonces empezó a tocar aquí y allá y literalmente escribimos la canción en media hora y la grabamos”. Mientras, Gaye revolviéndose en su tumba: más que inspiración, ‘Blurred Lines’ plagiaba descaradamente una de sus canciones insignia.

Las cosas se ponían feas en octubre de 2013, el año de ‘Blurred Lines’, cuando la familia de Gaye proponía todavía más canciones de Thicke que supuestamente habían plagiado al autor de ‘Sexual Healing’ y cuando se extendía el rumor de que la familia de Gaye había rechazado un cheque por parte de Thicke con una cantidad de seis cifras por derechos de copyright, rumor que los Gaye negaban.

En un testimonio del pasado mes de abril, Thicke reconocía que ‘Blurred Lines’ era solo autoría de Pharrell y que él se había asignado créditos indebidamente «por envidia» tras la enorme repercusión que la canción había alcanzado. Thicke confesaba además que había grabado ‘Blurred Lines’ “hasta arriba de Vicodín y alcohol” y que se pasó todo 2013 “colocado”. Thicke se coronaba declarando que tuvo suerte de «estar siquiera en el estudio” durante la creación del tema. Una mentira tras otra que finalmente han terminado dando la razón, como era de esperar, a los Gaye.

La carrera de Robin Thicke, pues, se presume acabada. Tras más de una década (el álbum debut de Thicke, ‘A Beautiful World’, salió en 2003), fructífera sobre todo en Estados Unidos, se antoja imposible que Thicke retome las riendas de su profesión cuando la canción por la que será siempre recordado es hoy confirmada como plagio -la defensa de la familia del genio llegó a identificar hasta ocho elementos únicos del clásico de Gaye empleados en ‘Blurred Lines’-. Después de esta pesadilla, que impulsó tan estrepitoso fracaso como fue ‘Paula‘, el último álbum de Thicke, la reputación del cantante parece insalvable.

Pero el varapalo de verdad se lo podría llevar Pharrell, quien, tras el imponente éxito de ‘Get Lucky’ y ‘Happy’ podría ver su imagen de productor intocable manchada para siempre, y sobre todo el mundo de la música y en concreto el del hip-hop, conocido por sus descaradas inspiraciones no acreditadas… ¿en nombre de la posmodernidad? Que se lo digan a Kanye, a Eminem, a will.I.am. o incluso a Beyoncé y Jay Z. Esta sentencia, absolutamente inverosímil para cualquiera de nosotros, podría representar un punto y aparte en el modo en que ciertos artistas salen impunes de plagios descarados. Algunos son cogidos con pinzas, desde luego, pero otros, como el de ‘Blurred Lines’, claramente merecen su final.

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JNSP