Carlos Sadness / La Idea Salvaje

Carlos Sadness lo ha vuelto a hacer. Tres años después de su debut ‘Ciencias Celestes‘, el músico y diseñador barcelonés vuelve al ruedo con un disco que debería cosecharle más alegrías que su predecesor. Y esto lo decimos básicamente porque los elementos que por entonces encandilaron a muchos vuelven a manifestarse en este disco que, aun siendo continuista, lo cierto es que está plagado de hits potenciales.

En ‘La Idea Salvaje’ el catalán ha menguado considerablemente los números en los que rapea a lo Delafé y Las Flores Azules (curiosamente, muchos de esos momentos se han relegado a los minutos finales del largo), cediéndole un mayor protagonismo a las estructuras más pop. En varias entrevistas promocionales el ex Shinoflow ha definido con guasa estos nuevos temas como galactotropicales, y la verdad es que dicha etiqueta se ajusta muy bien en esa ‘Qué Electricidad’ instantánea en la que parece que le acompañen Two Door Cinema Club en el estudio, la infecciosa ‘El Gran Momento’ con ese deje folk buenrrollista que se gasta, o esa ‘Sputnik (El Día Que Me Dejaste La Tierra)’ que luce un riff de guitarra de lo más certero mientras nuestro protagonista lamenta la marcha de un amor que le ha calado hasta las entrañas.

Como viene siendo costumbre en él, los vaivenes del corazón son el principal leitmotiv de estos temas en los que la ciudad de Barcelona y su cielo estrellado ejercen de escenario idílico. Aunque para rebajar esas cuotas de ñoñería urbanita espacial implícita, Sadness contrapone esos momentos con canciones extremadamente pegajosas y naíf como ‘Bikini’ o ‘Miss Honolulu’, donde critica con mucha elegancia a las cansinas celebrities mundanas del Instagram que viven en un filtro permanente de falsa felicidad. E, incluso, su dueto con Santi Balmes de Love Of Lesbian en ‘No Vuelvas a Japón’ encaja como un guante en el álbum, tanto o más que las piezas más folk, como ‘Días Impares’ o esa ‘Santamaría’ injustamente relegada como bonus track en Spotify en la que el músico derrocha fragilidad a borbotones.

Entretenido, sobrado de buenos ganchos y con una producción exquisita a cargo de Tony Doogan, quien con anterioridad ha trabajado con Belle and Sebastian, Mogwai o sus compañeros de sello Russian Red y Supersubmarina, lo último de Carlos Sadness puede que no vaya a cambiar nada en el panorama musical de la piel de toro, pero ojalá todos los artistas que como él se mueven en la cuerda floja del indie y lo mainstream nos ofreciesen siempre unos trabajos tan disfrutables como éste.

Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Qué Electricidad’, ‘Miss Honolulu’, ‘El Gran Momento’
Te gustará si te gustan: las congas tropicalistas y cuando Carlos Sadness prescinde de emular tan explícitamente a Delafé y Las Flores Azules
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Publicado por
Sergio del Amo