Título: ‘Satisfied Mind’
Artista: The Walkabouts
Sello: Glitterhouse / Sub Pop (1993)
Pronto hará dos años de la primera entrega de esta sección, y ya en aquel primer artículo había una mención al disco que hoy nos ocupa, incluyendo una velada promesa de que le dedicaríamos su propio artículo en algún momento. Pasado todo este tiempo la revista Mojo (en su longeva sección “Buried Treasure”) se nos adelantó hace pocos meses, con participación de los propios Walkabouts incluida. Pero JNSP no iba a ser menos, así que aquí está nuestra revisión de este magnífico clásico oculto, también con declaraciones cortesía de los encantadores Chris y Carla (foto 1), quienes también nos han facilitado las fotografías inéditas de la grabación que ilustran este texto.
Los primeros 90 fueron un momento de cambio para ese cajón de sastre que casi nadie llamaba todavía Americana. En su vertiente más puramente country, muchos artistas empezaban a desintoxicar sus grabaciones del sonido ochentero que tan mal había sentado a sus discos, y empezaban a aparecer pepitas de oro de sonido renovadamente orgánico como el ‘Cowgirl’s Prayer’ de Emmylou Harris (1993) o el ‘American Recordings’ de Johnny Cash (1994). Además, comenzaban a surgir nuevas voces con un planteamiento de total regeneración, como por ejemplo Iris DeMent (‘Infamous Angel’, 1992), basado en una recuperación exquisita de la tradición. Paralelamente, en la vertiente alternativa (o alt country) del sonido Americana, la publicación del ‘No Depression’ de Uncle Tupelo en 1990 abrió las mentes a infinidad de bandas que lentamente se irían decidiendo a recuperar sonidos tradicionales americanos mezclándolos con el espíritu country hippy de Gram Parsons, del “cowpunk” de los 80, y del rock alternativo de los 90. Además no hay que olvidar la importancia -cronológicamente previa- del debut de los Jayhawks en el 86, el de Lucinda Williams en el 88, o de discos como las ‘Trinity Sessions’ de los Cowboy Junkies. Para el 93 ya tenemos el primer disco de Palace (el proyecto de Will Oldham) o el de Blue Rodeo. Lambchop o Vic Chesnutt estaban a la vuelta de la esquina, al igual que el primer número del fanzine ‘No Depression’ (1995). Algo estaba echando a andar.
Se entiende por lo tanto la influencia que sobre tantos grupos de Americana tuvo ‘Satisfied Mind’: es un disco pionero, aparecido en un momento clave, y además uno de los más radicales en su planteamiento casi totalmente acústico. Hecho curioso, teniendo en cuenta que los discos anteriores de los Walkabouts (publicados en el sello arquetipo del grunge, Sub Pop) eran hermosos ejercicios de electricidad. Pero ya algunos temas de su álbum anterior (‘New West Motel’) parecían apuntar totalmente en esta nueva dirección. En cualquier caso, en invierno de 1993 los Walkabouts sorprendieron a propios y extraños con un disco de portada vintage, fotos del grupo en blanco y negro y canciones recubiertas de un tono deliciosamente sepia. Inicial (e irónicamente) fue lanzado sólo en Europa, gracias al apoyo del sello alemán Glitterhouse, que de hecho costeó su producción. En su interior, 13 versiones excelsas, en una interesante e inteligentísima selección de clásicos de country nada obvios y -aún más interesante- de canciones con potencial de ser interpretadas en ese estilo. Chris Eckman (foto 2) nos confirma que en las sesiones de ‘New West Motel’ estuvo el germen de este nuevo disco (grabado tan sólo diez meses después): “la conexión ocurrió al grabar las caras b de ‘New West Motel’, que incluían una canción de Tom Waits y un viejo espiritual que titulamos ‘Prisoner of Texas‘. Cuando Reinhard -el dueño de Glitterhouse- oyó esas dos canciones nos dijo: «¿por qué no grabáis un disco entero así?». Aceptamos inmediatamente. Así que en cierto modo el álbum ni siquiera fue idea nuestra…”
‘Satisfied Mind’, cantada por Chris, es el primer tema, y establece elocuentemente la línea estilística del resto del disco: ritmos a medio tiempo con escobillas, un piano celestialmente lánguido, armonías a lo Parsons-Harris, y una gloriosa guitarra pedal steel, instrumento que dice “Nashville” de manera tan explícita que pocas bandas de alt country se habrían atrevido con él a esas alturas de los 90. Sin embargo los Walkabouts no tenían este problema, y varias de las mejores piezas de este disco son embellecidas por dicho instrumento. De hecho, tras esta versión del tema que popularizó Porter Wagoner, llega, envuelta de nuevo en ese instrumento, la sublime versión de ‘Loom of the Land’ de Nick Cave:
La original de Cave, de su excelente ‘Henry’s Dream’, es por supuesto una maravilla gótico-crepuscular, pero la versión de los Walkabouts redobla esas cualidades cambiándola a un compás de “shuffle” tan propio de la música country, y revistiéndola de una melancolía infinita, de nuevo gracias al pedal steel y el piano de Glenn Slater. La voz de Carla Torgerson no había sonado tan tierna y dramática en toda la historia del grupo. Toda la canción respira un aire natural, sencillo, con esa batería sin adornos ni efectos (preciosa puntuación de timbales secos), mientras las guitarras y la mandolina añaden pequeños detalles siempre al servicio de una atmósfera única, perfecta para ese relato ambiguo e inquietante sobre una pareja que recorre el “telar de la tierra”, ella con un cuchillo en el bolsillo, a través del “extremo más sucio del invierno”. Sobre el enfoque tan naturalista en el sonido, Chris comenta: “No fue difícil lograrlo. Lo hicimos tan rápido que no dio tiempo a joder el sonido. A Kevin Suggs (foto 3), el ingeniero, le corresponde el mayor mérito. Fue uno de los primeros álbumes que grabó y creo que su estética sonora se debió en parte a su inexperiencia. Si optas por la sencillez evitas problemas”.
Sigue otra versión contemporánea, la de ‘The River People’ de Robert Forster, en la que los Walkabouts de nuevo demuestran su talento para, mediante un cambio casi imperceptible, insuflar a una canción una vida nueva. En este caso cambiando la tonalidad de los acordes de mayor a menor, transformando así el tono de onírica calma de la original en algo mucho más taciturno, pero a la vez añadiendo un tempo furioso, armónicas afligidas, y como propina la inconfundible mandolina de Peter Buck de R.E.M.. El resultado es una canción totalmente distinta y totalmente brillante. Preguntados por tan inspirados cambios, nos responden algo fascinante. Carla: “Una buena regla cuando escoges versiones es o bien que la canción te encaje como un guante o elegir una con algún resquicio de imperfección, que deje algo de espacio para tu propia interpretación”. Chris: “Debes buscar canciones fluidas y en cierto modo inacabadas. Cuando haces una versión es conveniente alejarte de las canciones perfectas, que ya tienen su versión perfecta. ‘Loom of the Land’ es así. Una canción menor en el canon de Nick Cave, que deja al intérprete posibilidades abiertas. Alguien que pretendiese hacer una versión de ‘Waterloo Sunset’ de los Kinks estaría loco. ¿Cómo enfrentarte a una perfección tan profunda?”. Respecto a los cambios de acorde en ‘The River People’ Chris añade: “otra regla de oro: nunca llegues a aprenderte del todo la canción, tócala como crees que debería sonar. ‘The River People’ fue justo así. Parecía que tenía que estar en tonalidad menor, dado el contenido de la letra”.
En una espiral ascendente e imparable, la tercera canción es todavía mejor: una versión de ‘Polly’ de Gene Clark. De nuevo un tema relativamente menor, una joya oculta que los Walkabouts interpretan con reverencia y hermosura, en la que es quizá la mejor interpretación vocal de Carla de todo el disco, esa canción que -precisamente- le encaja como un guante. El compás de vals country, tocado con calculada quietud, es simplemente perfecto. Chris: “desde luego, en ‘Satisfied Mind’ aprendimos a tocar de otra manera. Ralentizamos la forma de tocar, y aprendimos la belleza que aporta dejar espacio en los arreglos”.
Carla: “Nos pusimos el reto de grabar prácticamente sólo con instrumentos acústicos. Resultó ser más interesante de lo que habíamos previsto. Grabar con ellos es difícil porque cualquier ruido o pequeña imperfección se oye mucho”.
La sección final de la cara A se beneficia de la aparición del violín de Clayton Park. Carla: «Mejoró esas tres canciones inmensamente». La primera, ‘Buffalo Ballet’, es una exquisita versión de John Cale, otra joya desenterrada gracias al privilegiado olfato del grupo, incluyendo además un nuevo cambio (a mejor) de acordes. El violín efectivamente aporta muchísimo encanto a un tema sencillamente embriagador.
En ‘Lover’s Crime’ Park se pasa al violín eléctrico. Carla: “Tocó de forma especialmente frenética, elevando la canción a la estratosfera”. Se trata de una canción no muy conocida de Peewee Maddux (menos aún en la era pre-Youtube y pre-Internet) en la que regresa la voz de Chris Eckman como solista: “la conocíamos por un disco de «murder ballads» de la Biblioteca del Congreso, probablemente grabado por Alan Lomax”. Una vez más el grupo no se contenta con reproducir el original y aporta un ominoso ritmo marcial, el violín electrizante antes señalado, y órgano Hammond. Una escalada rítmica que culmina con el final de la cara A, la bulliciosa ‘Shelter for an Evening’, versión inesperada y maravillosa sobre un original de Gary Heffern, del grupo punk The Penetrators, que en solitario se dedicó a hacer discos de country y folk. Chris: “la sacamos de su disco ‘Bald Tires in the Rain’” (toda una rareza que no encontrarás en Discogs ni en Youtube). Los Walkabouts convierten el lánguido vals de la original en una deliciosa pieza de juerga country, de nuevo con ambas voces en armonía a lo Parsons & Harris (o Cash & Carter).
Tras el frenetismo, la cara B no podría abrirse de manera más sublime, con una canción ya de por sí bellísima: ‘Dear Darling’. El original aparecía en el único y legendario LP de Mary Margaret O’Hara, ‘Miss America’ (1988), una joya escondida de country etéreo y de resonancias cristalinas, al que quizá en el futuro dediquemos un merecido artículo en esta sección. Los Walkabouts se declaran fans de la excéntrica O’Hara. Carla: “Es un disco aparte de todo lo demás, una compositora brillantísima”. Chris: “sigo oyéndolo de cuando en cuando y me sigue maravillando como la primera vez. Hay tanto misterio y emociones personales en esas canciones… hizo el disco perfecto y después desapareció. ¿Por qué no? A algunas personas no les hace falta decir algo más que una vez”.
Con parecida concisión, los Walkabouts concluyen la canción en dos minutos y medio, que incluyen una soberbia guitarra slide acústica a cargo del gran Terry Lee Hale, acompañando a la única canción sin batería de todo el disco. Chris: “es un buen amigo. Trabajó duro para regalarnos algo muy especial en esa canción”. Con poco más que un vibráfono y un dobro, ‘Dear Darling’ es todo espacios y sutileza.
La mágica secuencia de canciones continúa con ‘Poor Side of Town’, de Johnny Rivers, en otro magistral ejercicio de transposición estilística: el original, una pieza de crooner pop orquestado de mediados de los 60, es desnudado hasta revelar su esqueleto de canción folk, y de nuevo virado hacia las tonalidades ocres del acorde menor. Junto con ‘The River People’ es la canción que experimenta el cambio más sorprendente de todo el álbum. Un cambio de nuevo coherente con el tono melancólico de la letra, encarnada en un hombre que vive en el lado pobre de la ciudad y acepta resignado la vuelta de su pareja tras su aventura con otro hombre más rico: “Para mí fuiste lo más grande que este chico ha conocido / Y chica, es difícil encontrar cosas bonitas en el lado pobre de la ciudad”. Es además la última aparición de la luminosa guitarra pedal steel de Andrew Hare. Preguntados por el destino de tan misterioso músico (prácticamente es su única participación visible en un disco), Carla nos comenta: “Andrew Hare se convirtió en un pintor al óleo muy bueno, pero sigue activo musicalmente aquí en Seattle”.
‘Free Money’ de Patti Smith fue grabada, según Carla, porque “nos habíamos hecho amigos de Ivan Kral, que estaba viviendo en Seattle”. La voz de Chris preserva muy bien el tono de lamento de la original, pero aportando un tono más solemne, en perfecta simbiosis con la guitarra y sintetizador Moog que aporta el propio Ivan Kral, siguiente participante en la interesante sucesión de invitados. Carla: “Acabábamos de perder a nuestro multi-instrumentista, así que tuvimos la idea de hacer aquel verdadero desfile de estrellas para que tocasen con nosotros”. En el artículo de la revista Mojo también mencionaban una lista inicial de 40 o 50 canciones previa a la grabación del disco. Carla: “En algún momento entre la gira del ‘New West Motel’ de abril a julio de 1993 y los viajes a la costa noroeste del Pacífico que solían inspirarnos, Chris y yo empezamos a escoger canciones favoritas nuestras (y artistas) que queríamos homenajear”. Chris: “Para serte sincero, a estas alturas no recuerdo ya qué más había en aquella lista, a excepción de ‘Next Time Around’ de Sandy Denny y ‘Time to Ring Some Changes’ de Richard Thompson. Y no, no hay descartes, no dio tiempo a grabar nada más”. Qué bonito habría sido que el disco hubiese tenido esa ramificación hacia el folk inglés moderno, ¿verdad?
El trío final de temas consiste en una canción de Charlie Rich emparedada por dos bellísimas piezas que hizo populares la Carter Family. La primera de ellas es ‘The Storms Are on the Ocean’, ralentizada y oscurecida a tonos menores respecto a la original, un éxito con temática de emigrantes de 1927. En otro ejercicio de menos es más, un simple timbal de ritmo funerario acompaña a guitarra, voz (tierna y apesadumbrada a la vez) y una espléndida guitarra lap steel a cargo de otro habitual del sello Glitterhouse, Larry Barrett. Carla: “Era un querido amigo, falleció en 2014. En el disco nos ayudó con mandolina, lap steel y banjo. Tuvimos la suerte de que nos acompañase en dos giras europeas”.
‘Feel Like Going Home’ es quizá la composición más conocida de todo el disco, un éxito de Charlie Rich de 1973 que volvió a serlo a cargo de The Notting Hillbillies en 1989. Para su versión los Walkabouts invitaron a Mark Lanegan de los Screaming Trees (foto 4), que hizo dúo con Carla Torgerson (sin aportar, en mi opinión, nada que Chris Eckman no habría podido hacer). Se podría decir que esta colaboración orientó a Lanegan en la dirección en la que finalmente establecería su estilo, porque su música en solitario hasta ese momento tenía componentes acústicos pero nada de sonido Americana, cosa que cambiaría con el siguiente a esta grabación.
‘Will You Miss Me When I’m Gone’ cierra esta maravillosa colección de versiones. Era un tema tradicional que popularizó en 1928 la Carter Family, liderada por esa música maravillosa y tremendamente influyente, Maybelle Carter, alguien que de no haber sido mujer tendríamos presente día sí y día también, como si se tratase de Hank Williams o Johnny Cash. En un último giro genial, el grupo consigue una vez más coger algo que era maravilloso en su origen (esas armonías de viejo folk, esos compases maravillosamente irregulares) y darle un color diferente. También con bellas armonías, pero distintas. ¿Aún más bonitas que en la original? Se podría argumentar. Y acompañándoles bellamente con su dulcémele de los Apalaches, Pete Buck (foto 5). Un final arrebatador, como una vieja fotografía borrosa en blanco y negro que súbitamente cobra nitidez, cerrando el círculo con una referencia a los orígenes estilísticos del Americana.
‘Satisfied Mind’ abrió una veta completamente nueva en el sonido de los Walkabouts, que florecería (en mi opinión) cuatro años después, en su espléndido ‘Nighttown’. Chris: “Ciertamente fue así”. El grupo sigue en activo en la actualidad, publicando discos siempre interesantes, que probablemente merecerían mucha más atención.