Gestado durante los últimos dos años junto a Jordi Matas de Seward, el disco se regrabó hasta en tres ocasiones con el objetivo de que las canciones hablaran por sí solas y fueran lo más atemporales posibles. Y ciertamente lo ha conseguido. Las cajas chinas, el repicar de las campanas y los órganos eclesiásticos (ahí está ‘Horitzó’, que parece un paso de Semana Santa bluesero) son tres de los elementos sonoros que aparecen y desaparecen a su antojo a lo largo del álbum, pero si algo destaca en ‘Santa Ferida’ es esa dicotomía tan interesante entre la luz y la oscuridad por la que se mueven los temas.
‘La Daga’, probablemente el número más inmediato que aquí se puede encontrar pese a hablar de un amor tóxicamente mortal; esa ‘Clavell’ que funciona a las mil maravillas como un himno americana para el luto; o la delicada ‘Aurora’, que nos anima a no acomodarnos porque los años pasan vertiginosamente sin que seamos conscientes de ello son tres canciones que aun tratando temas poco alegres que digamos derrochan unas atmósferas más cálidas que las que Palau nos ha ofrecido hasta ahora.
Asimismo, ya sea metiéndose en la piel de un predicador en ‘Redempció’ o construyendo una nana folk en ‘Bèsties’, el músico consigue emocionarnos y cautivarnos de principio a fin con unas misteriosas letras que dan pie a múltiples interpretaciones y unos arreglos que, gracias a ese menos es más, son como auténticos puñales para el alma. Preciosamente cristalino, desgarrador y de una sensibilidad fuera de lo común. Ferran Palau, nuevamente, vuelve a alzarse como una de las voces más a tener en cuenta de nuestro panorama musical.
Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘La Daga’, ‘Aurora’, ‘Horitzó’
Te gustará si te gusta: el anterior trabajo en solitario de Palau y que se te pongan los pelos como escarpias sin necesidad de melodías grandilocuentes.
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