Porque los tres discos de Oliver en solitario son, efectivamente, espléndidos… pero espaciados. Quizás el peso de la banda dejaba pocos resquicios a su obra en solitario. También les faltaba algo de la exuberancia del grupo; los textos y las melodías fantásticas estaban presentes, claro, pero su senda introspectiva pedía cierta melancolía sónica. ‘Pegasus’ no es una excepción, pero creo que, como aquí, nunca había brillado tanto el universo de Oliver fuera de Antònia Font. Este brillo, además, no sólo emana de sus canciones, magníficas, sino del sonido y de la ejecución. Aunque Joan Miquel sea aquí el increíble hombre orquesta (no solo canta y compone, sino que además lo toca todo) y mantenga la simplicidad de ‘Bombón mallorquí’, logra sonar mucho más lleno, rico; más cercano al regocijo de ‘Surfistes a càmera lenta’.
Otra constante en la que podemos confiar (y refugiarnos) son sus letras, que mantienen filias, fetiches y la cotidianidad mágica que tan bien sabe explotar. Pero en este álbum, lo que es más evidente de lo usual es el espíritu mediterráneo, ese aroma que emana su obra de manera tan natural. En el inicio, ‘Marès a radial’, una hermosa estampa veraniega sobre un día en la playa y el posterior viaje en coche, Joan Miquel avista «pirámides de sal» desde la ventanilla. Y esa sal impregna todo el disco; sabor a mar, a yodo, a sol. Incluso su habitual referencia a extraterrestres, ‘Pegasus’, sigue hablando de costa y turistas borrachas, como si los seres de esa constelación, después de haber surcado océanos sobre acordes de sintetizadores y redobles de tambor, no estuvieran muy decididos a iniciar la invasión y prefirieran quedarse en la playa. Pero si ‘Pegasus’ abre con dos de sus mejores canciones y cierra con sus otros tres temas estelares (ya volveré a ellos), es su tramo central, el que va de ‘Orthopedic ragtime’ a ‘Esferes’ el que marca el carácter del disco; perezoso y estival. Aunque ‘Orthopedic ragtime’ con su banjo y sintetizador analógico tenga momentos en que casi remita al AOR o ‘Fèmurs’ evoque al ‘Golden Brown’ de Stranglers, tienen una unidad estilística y una personalidad compacta pero grácil, melancólica y sardónica por igual.
Sin embargo, es en los tres temas finales donde el esplendor compositivo de Joan Miquel se hace incuestionable: ‘Món vegetal’ parece un homenaje a las sonoridades orientales y medievales de otra mallorquina ilustre, Maria del Mar Bonet. ‘Flors de cactus‘ es la canción del verano imposible, debería ser un hit y reinar en agosto todas las discos y bôites de la costa, Venus y Urano. Y el cierre, ‘Mil bilions en estrelletes’ suena como si Sisa se hubiera unido a Gepe para regalarnos una nana galáctica. No, el embrujo de lo cotidiano que despliega Oliver no se agota, aun sin Antònia Font. Y como con el mar cuando está calmo, el sol calienta y el agua está buena, apenas emerges de este disco, ya piensas en zambullirte otra vez.
Joan Miquel Oliver presenta hoy 7 de mayo sus nuevas canciones en el Guitar BCN.
Calificación: 8,2/10
Lo mejor: ‘Marès a radial’, ‘Pegasus’, ‘Flors de cactus’ ‘Mil bilions en estrelletes’
Te gustará si te gusta: Antònia Font, claro. El pop mediterráneo excéntrico de autor, de Julio Bustamante a Sisa.
Escúchalo: Deezer