Fan reconocida de Michael, Christine es lo suficientemente lista como para tomar de sus referencias lo justito para luego elaborar un discurso propio. La bellísima ‘Saint Claude’, con una melodía capaz de transmitirte sensaciones diferentes, alterna sabiamente el francés y el inglés, despertando las mismas emociones en el oyente que controla estos dos idiomas que en el que no: las estrofas suenan misteriosas y esquivas, mientras los estribillos, llenos hasta los topes de melancolía. A poco que sepas algo de inglés, el uso de frases como «here’s my station / but if you say just one word, I’ll stay with you» y «we are so lonely» en momentos clave, te provocará mil y una sensaciones. ¿Pero qué se esconde detrás de este tema que ha cambiado para siempre la parada de autobús de París de la que toma su nombre? ¿Acaso el arrepentimiento tras un par de miradas con un pasajero con el que no nos atrevimos a hablar? Puede ser la lectura de aquel que así lo prefiera, pero la explicación de la autora esconde aristas interesantes: en realidad inspiró el tema una serie de burlas recibidas por un pasajero cuando ella iba en ese autobús. Héloïse no se atrevió a intervenir para defender al chico, pero la situación se volvió tan insoportable para ella que se tuvo que bajar en la siguiente parada, Saint Claude, fingiendo que era la suya. El tema, evidentemente, se convierte entonces en una retrato de la soledad que sufrimos en la gran ciudad, de nuestra cobardía para ayudar a los demás cuando lo necesitan y de la hostilidad de nuestros vecinos, algo bastante palpable en la frase «de normal, esta ciudad no ofrece más que un puñado de olores obstinados». Aparte de empatizar con esta historia, frustra al oyente ver cómo esta pobre persona sufre por no haber tenido agallas para enfrentarse con un autobús entero, aunque el vídeo en el que Christine puede levitar deja abierta la puerta para la esperanza.
‘Saint Claude’ es tan buena que podría haber sido la canción que ahogara el resto del álbum y su futura discografía, pero ‘Chaleur humaine’ es generoso en sensibilidades diferentes (como distintas son las flores de la portada). La de Antony & The Johnsons impregna ‘iT’, el tema inicial. Si la artista no se considera obligada a definir su sexualidad ni su identidad de género, en esta letra nos resume el sentir LGTB con un estribillo que va cambiando de persona, de la primera («he ganado, soy un hombre al fin») a la tercera entonada por The Queens (supuestamente las drags que la acompañan) en el estribillo siguiente, como se indica en el libreto del álbum («Quiere ser un hombre, pero miente / Lo que quiere es volver a nacer, pero no lo conseguirá»), logrando con la suma de ese «it’s a fake, it’s a fake» una de las canciones más dolorosas jamás escritas sobre la comunidad transgénero (al menos el final y el aire de los teclados llevan al optimismo).
Una línea parecida sigue ‘Half Ladies’, donde encontramos versos como «si no puedo ser una gran chica, seré un niño pequeño» o «por cada insulto lanzado, me saldrá un precioso lunar», jugando con lo poético de esta palabra en francés («un grain de beauté»), mientras que la sensualidad y el miedo a la pérdida de la inocencia aparecen en el corte titular, y la monotonía y la ruptura de una relación en ‘Nuit 17 à 52’.
La sensibilidad de Sinéad O’Connor es palpable en su voz en pistas como ‘Christine’, si bien el interés de la artista por la autoafirmación, por ser uno mismo más allá del físico o por rechazar los cánones de belleza impuestos por la sociedad (ese ‘Ugly-Pretty’ lleno de contrastes), también nos hace pensar en la genial Lorde. Sobre todo porque, como las suyas, estas canciones escritas, arregladas e interpretadas por Christine and the Queens y producidas por Ash Workman (Metronomy) ofrecen la mejor versión del pop sofisticado del siglo XXI, puede que recurriendo a los trucos de la Grace Jones más minimalista, Peter Gabriel y la primera Björk (‘Science Fiction’, ‘Narcissus is Back’), o al dream pop cinematográfico de ‘Twin Peaks’ (‘Chaleur humaine’), pero sin perder la atemporalidad de la chanson (el estribillo de ‘Ugly-Pretty’) o el pop de cámara, a través de unos arreglos preciosos que aparecen sólo en el momento necesario (‘Nuit 17 à 52’, ‘Here’).
Sólo su origen francés impide a Christine llegar más lejos que Lorde, pues el número de canciones sobresalientes que ha sido capaz de incluir en este formidable debut es apabullante. La adaptación ‘Paradis perdus’ de Christophe y Jean Michel Jarre, añadiendo un estribillo de Kanye West (‘Heartless’, aquí muy mejorado sin la sobredosis de Autotune) es el examen perfecto para que Christine se luzca y pruebe que está por encima de la influencia del R&B, el hip-hop, la música africana, el pop ochentero más exquisito o cualquier otra. Podemos ver de manera más diáfana imposible a una joven artista que deslumbra con su personaje tanto como un Ziggy Stardust, haciéndonos suspirar por averiguar cuál podría será su próxima encarnación. ¿Será capaz de ofrecer algo completamente diferente? ¿Y queremos que lo haga?
Calificación: 9/10
Lo mejor: ‘Saint Claude’, ‘Paradis perdus’, ‘Chaleur Humaine’, ‘Ugly/Pretty’
Te gustará si te gusta: Björk, Lorde, Antony, Grace Jones
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