‘La vieja tigresa o el erotismo de la senectud’: el mejor regalo para Doña Letizia

Después de cinco libros y un porrón de ultrashows, la sensación es que Miguel Noguera ha logrado situarse en una meseta de reconocimiento. Ya no parece estar en la cumbre de la genialidad a la que al principio fue aupado, ni tampoco en ese amplio valle de convencionalismo al que más tarde quisieron desterrarle algunos jacovinos. Es un «cómico» consolidado, un artista que quizá ya no te va a sorprender y a descolocar como la primera vez (aún recuerdo el impacto que me causó su aparición con Buenafuente y su justamente célebre ‘Cristo mal’), que ya le has pillado un poco el truco, que le ves venir, pero que, como otros grandes del humor, de Faemino y Cansado a los chanantes, sigue siendo ocurrente, gracioso y, en ocasiones, brillante.

‘La vieja tigresa o el erotismo de la senectud’ (Blackie Books) ofrece, ya lo dice el propio autor en el prólogo, más de lo mismo, nada que no hayas visto ya en sus anteriores libros: ocurrencias chorras, ideas divertidas, ideas aún más divertidas y relámpagos de genialidad. Hay rampas, viejas, cristos, citas de Iker Jiménez, imposibles físicos… Lo de siempre, vaya; variaciones sobre los mismos temas (lo más “novedoso” son las alusiones al ciberpunk). Noguera se repite, sí, y nosotros repetimos nuestra admiración por él. Que un libro de casi doscientas páginas te haga sonreír cada dos o tres, te llene de estupor cada cuatro o cinco y acabes escupiendo de risa cada seis o siete, es como para aplaudir con las mismas ganas que al acabar de ver uno de sus hilarantes ultrashows.

Lo mejor que se puede decir de su último libro es que es igual que el primero. Igual de libre y caótico. No hay, o por lo menos no se nota, una “profesionalización”, algo parecido a una estructura convencional que abrigue el contenido con ropajes más funcionales, menos deshilachados, “mejor acabados”. ‘La vieja tigresa o el erotismo de la senectud’ sigue siendo una selección sin ton ni son de comentarios sobre el mundo, ilustrados con dibujos y fotografías y reunidos bajo un título sin relación con ellos, como un comentario más, un chiste más.

Y ahí reside parte de la gracia, la de conseguir que el lector, después de varios libros, siga teniendo la impresión de estar leyendo a un tipo ingenioso y gracioso, algo así como un compañero de facultad especialmente dotado para sacar punta de forma arbitraria a lo que le rodea, especular con el entorno, exprimir la realidad hasta provocar la risa o el estupor de quien le está escuchando/leyendo. Y es que, aunque le guste a la Reina, Miguel Noguera sigue siendo uno de los reyes del humor actual. 8.

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Publicado por
Joric